viernes, 7 de febrero de 2014

"Ojo Clínico"

Muy a pesar de tanta celeridad y desgaste en nuestra actual coexistencia social, en un país caribeño predomina ese indefectible calor humano .

Calor ese impregnado en el nativo que sobrepasa cualquier anomalía anímica sin importar la gravedad de la misma. 

En el caso que nos ocupa, República Dominicana es el indicado por excelencia.

Dado el caso que en nuestra cultura el festejar está a la orden el día, no es de extrañar que se arme una fiesta debido a que alguien logró obtener un visado estadounidense y realizará su primer viaje. Lo curioso, es que ese alguien vuelva el mismo año o simplemente, la mencionada travesía no sea de ida permanente.

De los interminables casos, merecen mención el más que propicio de la llegada de un nuevo miembro a la familia. También destacamos el hecho de cambiar de domicilio muy a pesar de que no sea propio. Se festeja además cuando alguien se saca un dinerito en juegos de azar, irónicamente cuando la misma cantidad (o quizás más) vuelva a ser gastada.

El dominicano carece de un espíritu lejano a dejar de fiestar y es que si perdió el trabajo, inexplicablemente se ve invoclucrado en una celebración. Si a usted lo ‘botaron’, hay fiesta y si consiguió a otra persona, ni hablar. En fin, la lista es interminable y esa condición si no nos hace únicos, de alguna forma seguro mejora nuestra existencia.

Haciéndole gala a lo previamente expuesto, recientemente tuve esta interesante experiencia:

-“¡¿Hermano querido dime cómo te sientes?!”

-“Con ese ánimo que me hablas podría decir que mucho mejor de lo excelente que me sentía cuando estaba bien jejejeje”

-“¡Ay mi madre! ¡Esa está bien buena! Cuando nos veamos me la repetirás para copiártela jejejeje”

-“Siempre y cuando me des mis respectivos créditos, ya sea antes o después de expresarla, no hay problemas jejeje”

-“¡Hermano Marcos! ¡Por supuesto panita! ¡Si hay algo que he aprendido de usted es dar crédito a quien se lo merece y a no ser ingrato!”

-“Buen alumno. ¿Y a qué se debe este dinamismo en tu actitud?”

-“Compadre, a lo mejor no se acuerde de la muchachona aquella que le hablé, pero la vaina va bien avazanda”

-“Francamente no recuerdo…”

-“No se preocupe Teacher jejeje vamos a bajarnos unas cuantas birras y allí le cuento”

-“Bueno, es fin de semana y otro día no podía ser mejor, aunque…”

-“…Sí sí, dígalo jejejeje”

“Siendo dominicano no hay excepciones para celebrar lo que sea jejeje”

-“¡Exacto man! ¡Te espero en el lugar de siempre!

-“Perfecto. Nos vemos allá en unos 15 minutos”

El amigo estaba bien contento por una conquista sentimental que le había dado mucho trabajo convencer durante semanas. Había adoptado una actitud ignota al respecto para no entorpecer su ánimo, pero tenía ciertas reservas en emitir un juicio sobre la fémina en cuestión.

Implacable como nada en la vida, transcurren el tiempo y llego al lugar sin sorprenderme de la tardanza de mi anfitrión. La espera se transformó en unos veinte minutos y ‘con cara de lechuga fresca’, aparece el amigo en motoconcho:

-“Man, excúsame por la tardanza. Tuve que ir a comprarle a la vieja un tanque de gas justo en el momento que salía de la casa”

-“¿Comprarle o rellenar el ya existente?”

-“Eso mismo jejejeje”

-“¿Qué nos cuesta usar la palabras correctas para comunicarnos mejor?”

-“Tienes razón. Fui a rellenarle el tanque de gas a mi mamá”

-“Bien por ti, aunque serás multado con birras extras por no darle uso a la tecnología y así amortiguar tu falta haciéndome esperar”

-“Es verdad. Debí llamarte al móvil, pero sucede jajajaja…”

-“…que no tenías saldo para llamar jajajaja Ok, estas excusado”

-“¡Caballero!”, expresa dirigiéndose al dependiente “Como diría mi invitado aquí presente: agénciese una grande ahí jejejeje”

El lugar estaba bien activo debido a las excelentes atenciones del dueño y el constante flujo de féminas que entraban y salían del negocio a comprar desde un pincho hasta mínimas onzas de aceite de cocinar en funditas plásticas. Tras un lapso bien prudente, tocamos el tema que provocó el encuentro:

-“Bueno Marquibiri, tengo todo cuadrao’ con la jeva que te hablé que me la ponía en China”

-“Ojalá valga la espera tanto esperar”

-“¡Claro que sí! Aunque… me ha girado par de veces por par de miles jejeje”

-“No debe asombrarte. Hay mucha necesidad y las solicitudes en ese orden son cada vez más frontales”

-“Eso es así mi hermano, pero no pienso flojarle un chele hasta que ella se manifieste jejejeje”

-“OK. ¿Y cómo luce la susodicha?”

-“¡Mátese usted mismo que está a punto de llegar”!

-“Ah, ¿pero tú le pediste que viniera para acá?”

-“¡Pero mi hermano! Usted es el hombre del ojo clínico para decirme si el asunto vale la pena o no. Además fuera del gusto de cada quien, me interesa tu opinión”

-“Bueno, esperemos pues…”

Un buen rato después, llega por fin la esperada fémina en su respectivo motoconcho. De lejos se ponía de relieve unos ultra ajustados jeans cortos (bien por encima de las rodillas), blusa ceñida a una aceptable delgadez, pelo suelto 'a lo Gloria Trevi' y unas sandalias que combinaban con su vestimenta. Al ver al amigo accede a nuestro encuentro:

-“Hola caballero”, dándole un beso en la mejilla

-“Hola jovencita. Mire, él es mi amigo Marcos, de quien te había hablado”

-“Un placer caballero. Mi nombre es Yokayra”

-“¿Yokayra con ‘k’ y doble ‘y’ ?”, pregunté al momento de mirarla de arriba hacia abajo rápidamente

-“¡Exactamente! Usted se ve que sabe de eso jejeje”

-“Yo te dije que este hombre era especial”

Compartimos otro rato extendido hasta que el amigo se retiró con su conquista. Nos despedimos formalmente y antes de irse me miró a los ojos esperando una aprobación que nunca se ejecutó, pero que con una amplia sonrisa logré camuflar.

Días más tarde vuelve a llamarme y me pide con cierta insistencia, que volvamos a reunirnos. De su voz, emanaba un tono de cierta preocupación y a la vez, un abierto interés de hablar.

-“Pasa por mi casa que quiero comentarte sobre la jeva aquella man”

Al llegar a su casa, inicia el diálogo de una vez:

-“¿Y cómo te fue?”

-“Muchacho, ¡tuve que soltar eso en banda!”

-“¿Pero y qué pasó?”

-“Esa mujer y yo tuvimos un pleito al llegar al sitio ¿Tú te puedes imaginar que no hubo forma de querer bañarse?”

-“Jejeje un poco delicado después de un día tan caluroso jejeje”

-“Y además me dijo en tono intrigante ‘a tu amigo como que le gustaron mis pies’ y yo preguntándome ¿y esta tipa?”

-“No debes juzgarla. En realidad me fijé en algo y no pude darte mi veredicto antes de separarnos porque ya estabas bien emocionado”

-“Pero, ¿cómo así man? ¿cuál es la vaina con los pies de la jeva?”

-“No se trataba de los pies, sino de sus uñas”

-“¡¿De sus uñas?!”

-“Amigo mío, cuando una mujer tiene las uñas de los pies sucias, eso dice el resto”.

Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: "Ojo Clínico". © 2012-2014 Marcos Sánchez. Todos los derechos reservados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario