Tradicionalmente los Domingos, con todo y ser el primer día de la semana, se toma para un descanso total y es también señalado para dedicárselo a la familia.
De ahí que pocas personas comen en sus casas ya que 'la huelga de calderos' es un hecho ese día para muchos de nosotros.
Conciente de lo más arriba expuesto, busco siempre la manera más sencilla de solventar mi situación.
Conciente de lo más arriba expuesto, busco siempre la manera más sencilla de solventar mi situación.
Por fortuna o no, hace unos años los Chinos invadieron la ciudad montando ‘centros de uñas’ e interminables restaurantes de comida rápida en donde los grandes protagonistas son la desmesurada cantidad de arroz que le dan a uno y por supuesto, el famoso pica-pollo.
Con la firme intención de extender mi capital ese día, me dirijo hacia uno de esos restaurantes chinos del centro de la ciudad.
Con la firme intención de extender mi capital ese día, me dirijo hacia uno de esos restaurantes chinos del centro de la ciudad.
Al llegar, un mar de gente se aglomeraba allí confundiéndose entre el pago al cajero y las peticiones a las dependientes.
En un ambiente sumamente cálido y cito ‘cálido’ literalmente ya que el acondicionador de aire veía frustrada sus aspiraciones de climatizar el área en una abierta demostración del mucho calor que puede hacer cuando hay tanta gente en un mismo lugar:
-“Señor, dígame qué le sirvo”, me pregunta una dependiente.
-“Gracias y buenas tardes. Quiero un servicio mediano de chow fan. Me añades por favor salsa agridulce y un refresco merengue”, le solicito.
-“¿Se lo va a llevar o se lo comerá aquí, señor?”
-“Es para comer aquí”, le digo.
-“Se puede ir sentando que yo se lo llevo a su mesa”
En eso miro alrededor y veo que eso de ‘se puede ir sentando’ tardaría un buen rato ya que las mesas estaban ocupadas en su totalidad.
En un momento determinado, el líder de una familia sentada muy cerca del área de caja, me mira y me hace señas que me acerque. Al hacer lo propio me pregunta el caballero:
-“¿Uté no’e el de la' película'?”
-“Para servirle”
-“Etaba mirándolo como bucando lugal. Siéntese aquí que ya nosotro' casi acabamo”, me invita decentemente.
Doy las gracias y me siento. Transcurridos unos escasos 3 ó 4 minutos, se retiran de la mesa y en eso pasa una de las camareras haciéndome señas de que mi orden estaba casi lista.
Para entretenerme en algo saco mi desfasado celular y chequeo la mensajería y procedo a borrar la casilla ya que estaba llena. Por fin llega la camarera y me sirve.
En un ambiente sumamente cálido y cito ‘cálido’ literalmente ya que el acondicionador de aire veía frustrada sus aspiraciones de climatizar el área en una abierta demostración del mucho calor que puede hacer cuando hay tanta gente en un mismo lugar:
-“Señor, dígame qué le sirvo”, me pregunta una dependiente.
-“Gracias y buenas tardes. Quiero un servicio mediano de chow fan. Me añades por favor salsa agridulce y un refresco merengue”, le solicito.
-“¿Se lo va a llevar o se lo comerá aquí, señor?”
-“Es para comer aquí”, le digo.
-“Se puede ir sentando que yo se lo llevo a su mesa”
En eso miro alrededor y veo que eso de ‘se puede ir sentando’ tardaría un buen rato ya que las mesas estaban ocupadas en su totalidad.
En un momento determinado, el líder de una familia sentada muy cerca del área de caja, me mira y me hace señas que me acerque. Al hacer lo propio me pregunta el caballero:
-“¿Uté no’e el de la' película'?”
-“Para servirle”
-“Etaba mirándolo como bucando lugal. Siéntese aquí que ya nosotro' casi acabamo”, me invita decentemente.
Doy las gracias y me siento. Transcurridos unos escasos 3 ó 4 minutos, se retiran de la mesa y en eso pasa una de las camareras haciéndome señas de que mi orden estaba casi lista.
Para entretenerme en algo saco mi desfasado celular y chequeo la mensajería y procedo a borrar la casilla ya que estaba llena. Por fin llega la camarera y me sirve.
La posición que estaba sentado me daba control visual absoluto hacia fuera y veo llegar flamante vehículo europeo que parecía acabado de comprar.
El conductor era alguien conocido, pero de ésos que uno le dice “hola” por cortesía y que en realidad por circunstancias, nunca hemos interactuado. El hombre cierra su carro, activa su alarma, entra al sitio, al hacer contacto visual conmigo me dice levantando la mano izquierda “hey”, respondo igual y sigo almorzando.
Los Chinos saben bien su negocio y como no tontos, para ellos es mejor bajar los precios y así mantener su negocio lleno todo el tiempo. La cantidad de gente aun era amplia y lugares vacíos, escaseaban. En una, el ‘conocido’ me mira en un abierto interés de sentarse y accedo a invitarle.
-“Gracias man. Eta vaina e’un lleno to’lo’ domingo, ¿eh?”, me dice.
-“Eso es así”, le digo.
Sin preguntarle me dice:
-“Acabando de llegá del car wash y poniendo nítido el carro”.
-“Si ya veo. Bonita máquina. ¿De qué año es?”, pregunto en tono escéptico.
-“Ese carro e’…”.
En eso saca su celular de última generación y comienza a accionar varios botones, activa el modo manos libres, coloca el aparato en la mesa y antes de contestar me dice “e’ mi mujel” y procede:
-“Dime mi amol”.
-“Mira y pa’ cuando e’ el asunto? ¡Lo’ muchacho y yo tenemo’ hambre! ¡Mira a ve’ si avanza en eso!”, le dice una insistente mujer.
-“Oye ‘tate quieta mujer... ¿Me va a sofocá?. Mira aquí hay má’ gente que do’ vece’ el etadio lleno”, le dice hablándole al speaker.
-“¡Bueno pue’ ya tu sabe!”, sentencia la mujer y cuelga.
-“Oye mano la mujere son una vaina. ¡¿Tu vite con la presión que me ‘taba montando y uno aquí cogiendo lucha!?”, me comenta medio acelerado.
-“¿Por qué no comen aquí?. Hoy es un día familiar y así salen de la casa y hacen algo diferente”, le comento.
-“No loco, lo que pasa e’ que mi mujel dice que no tamo’ preparao’ pa’ comé sentao’ aquí. ¡Tu sabe!, ella trabaja en una oficina y las amigas siempre tan cuchichiando como uno vive y to’esa vaina”.
Como no tenía qué responderle y para no provocar que me cayera mal mi almuerzo tras escuchar semejante estupidez, opté por callarme y terminar de almorzar. El breve silencio, se corta con otra llamada:
-“¡Oye que trote man! ¡e’ mi mujer otra ve!”.
Acciona el botón del speaker nueva vez y dice la dama:
-“Mira ahora que me acueldo, vamo' aprovechá el carro pa’llevá lo muchacho donde mami y así ahorrano pagá taxi. ¡Ten cuidao’ con irte a bultiá en ese carro que tu sabe que ese carro e’de la compañía!”.
Mudo de por vida y con la cara bien larga y llena de vergüenza, el hombre se quería evaporizar y procedí a preguntarle:
-“¿De qué año me dijiste era el carro?”.
Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: "Restaurante Chino". © 2009, 2010, 2012 Marcos Sánchez. Derechos reservados.
El conductor era alguien conocido, pero de ésos que uno le dice “hola” por cortesía y que en realidad por circunstancias, nunca hemos interactuado. El hombre cierra su carro, activa su alarma, entra al sitio, al hacer contacto visual conmigo me dice levantando la mano izquierda “hey”, respondo igual y sigo almorzando.
Los Chinos saben bien su negocio y como no tontos, para ellos es mejor bajar los precios y así mantener su negocio lleno todo el tiempo. La cantidad de gente aun era amplia y lugares vacíos, escaseaban. En una, el ‘conocido’ me mira en un abierto interés de sentarse y accedo a invitarle.
-“Gracias man. Eta vaina e’un lleno to’lo’ domingo, ¿eh?”, me dice.
-“Eso es así”, le digo.
Sin preguntarle me dice:
-“Acabando de llegá del car wash y poniendo nítido el carro”.
-“Si ya veo. Bonita máquina. ¿De qué año es?”, pregunto en tono escéptico.
-“Ese carro e’…”.
En eso saca su celular de última generación y comienza a accionar varios botones, activa el modo manos libres, coloca el aparato en la mesa y antes de contestar me dice “e’ mi mujel” y procede:
-“Dime mi amol”.
-“Mira y pa’ cuando e’ el asunto? ¡Lo’ muchacho y yo tenemo’ hambre! ¡Mira a ve’ si avanza en eso!”, le dice una insistente mujer.
-“Oye ‘tate quieta mujer... ¿Me va a sofocá?. Mira aquí hay má’ gente que do’ vece’ el etadio lleno”, le dice hablándole al speaker.
-“¡Bueno pue’ ya tu sabe!”, sentencia la mujer y cuelga.
-“Oye mano la mujere son una vaina. ¡¿Tu vite con la presión que me ‘taba montando y uno aquí cogiendo lucha!?”, me comenta medio acelerado.
-“¿Por qué no comen aquí?. Hoy es un día familiar y así salen de la casa y hacen algo diferente”, le comento.
-“No loco, lo que pasa e’ que mi mujel dice que no tamo’ preparao’ pa’ comé sentao’ aquí. ¡Tu sabe!, ella trabaja en una oficina y las amigas siempre tan cuchichiando como uno vive y to’esa vaina”.
Como no tenía qué responderle y para no provocar que me cayera mal mi almuerzo tras escuchar semejante estupidez, opté por callarme y terminar de almorzar. El breve silencio, se corta con otra llamada:
-“¡Oye que trote man! ¡e’ mi mujer otra ve!”.
Acciona el botón del speaker nueva vez y dice la dama:
-“Mira ahora que me acueldo, vamo' aprovechá el carro pa’llevá lo muchacho donde mami y así ahorrano pagá taxi. ¡Ten cuidao’ con irte a bultiá en ese carro que tu sabe que ese carro e’de la compañía!”.
Mudo de por vida y con la cara bien larga y llena de vergüenza, el hombre se quería evaporizar y procedí a preguntarle:
-“¿De qué año me dijiste era el carro?”.
Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: "Restaurante Chino". © 2009, 2010, 2012 Marcos Sánchez. Derechos reservados.