viernes, 6 de junio de 2014

"El Piki Parte Atrás..."


En 1987 la discoteca ‘El Piki’ era una cita obligada para adolescentes ya que representaba la oportunidad de verte con alguna chica e invitarla a bailar objetando así positivamente el hecho de no poder entrar a Abraxas, la disco de al lado.

Una característica bastante singular que poseía ‘El Piki’ era que la parte frontal del negocio consistía en una pizzería, mientras que la parte de atrás era una discoteca.

Como la economía era estable, el dinero le rendía a uno bastante y existía la posibilidad de consumir tanto en la pizzería como en la disco.

Si el tiempo -dado a nivel de permiso- era limitado, entonces uno optaba exclusivamente por ir a la pizzería, consumir refrescos y por supuesto, comer la clásica pizza de jamón y queso.
En el caso contrario a lo previamente expuesto, se tomaba la famosa alternativa de “El Piki palte atrá” por tratarse de algo más discreto.

Para quien divisara el vehículo en que uno andara, el hecho de precisar dónde uno se encontraba, le sería una tarea de triple búsqueda: o verificaba en ‘Disco-Terraza Taco’ (ubicada al frente de El Piki), Abraxas o el mencionado El Piki. Era una estrategia para despistar a personas que francamente le dañarían a uno la noche.

Un dato de suma relevancia, era el hecho de que mi motoneta en ese momento significaba todo un acontecimiento debido dos factores determinantes: era la única de su tipo en toda la ciudad y andar en motocicletas automáticas era algo poco usual. Tuve el privilegio de poseer una Honda Flush, que como decía Vladimir María (hermano de Chichí Michelin), era un ‘Ferrari de dos ruedas’.

En tiempo récord había capitalizado mi popularidad debido a la famosa Flush y en lugares en donde nadie me conocía por mi nombre de pila, me tildaban como ‘el chamaquito de la passolita roja’ y otros se atrevieron a llamarme ‘Marcos Flush’. Aquí es donde inicia este relato:

-“Oye Malquito,
¿qué va sé eta noche?”, me pregunta Carlos ‘La Tanga’, célebre personaje de mi barrio por ‘sabérselas todas’, sobre todo en asuntos de faldas.

-“No sé. A lo mejol salga a da una vuelta con lo muchacho por ahí”, le digo.

-“Esa vaina de da vuelta te va a mariá. Uté lo que tiene que hacé e’ cojé conmigo pa’brasa”, me dice en tono exigente.

-“
¡Abraxas?!, ¿tú te tá’ volviendo loco Carlo?. A mí no me dejan entrá por ser menor”

-“
¡Ya le dije!.Si pasa por allá ma’ talde uté va a entrá atento a mí”, sentencia.

Me despido de él y salgo a dar mi rutinaria vuelta de reconocimiento que iniciaba en Las Piedras, seguía en Papagayo y ahí mismo, Preconca Vieja y Nueva.

Eran cuatro paradas obligadas en donde visitaba amistades y también admiradoras. En mi última parada en Preconca Vieja, voy a la casa de una amiga escolar quien tenía una fiesta en su casa y me había invitado bajo la promesa de presentarme una amiga de ésta a quien me interesaba conocer.

Estando ya en la fiesta, me presentan a la chica y rápidamente coordinamos ir al Piki. Accede sin problemas. Nos despedimos de la ahora amiga en común y nos retiramos:

-“
¡Oye pero eta passolita corre mucho!”

-“Asi es. Tiene una salida bien rápida”

-“Mira hay algo que tienes que sabel. Yo no vivo por aquí arriba, mi casa e’ por el Mutualita”

-“
¡Pero eso e’ pa’llá bajo! ¿Y por qué no me dijiste y así te pasaba a buscar por allá?”

-“Lo que pasa e’ que le dije a mi mamá que iba pa’una fieta de una amiga en Papagayo”

-“
¿En Papagayo o en Preconca Vieja?”

-“Eso mimo... Pa’mí son la mima cosa... total quedan celquita”

-“
¿Y a qué hora le dijite a tu mamá que volvía?”

-“
¡Qué sé yo! A la hora que se terminara la fieta... ¡Dime tú!”

-“Jejeje Ay mi madre jejeje
¡que te diga yo! ¡Bueno! Son ahora la 8:30 PM. ¿Qué te parece a la 10:30 PM?”

-“Mmmm, sí ta’bien. Podemo’ quedano hata lasonse y me lleva a donde mi amiga pa’que su papá me lleve a mi casa”.

-“
¡Perfecto!”

Llegamos sin pormenores al Piki y acto seguido parquié la Flush, nos dirigimos directamente a la discoteca. Al llegar, pongo en práctica uno de los trucos que Carlos ‘La Tanga’ nos había enseñado en el barrio: al pagar, te sellaban en una de las manos y antes que se secara la tinta, uno la dilataba soplándola para de esa forma, imprimírsela a la otra persona que entraría de gratis:

-“
¡Tú no ere’ fácil Malquito!”, me dice asombrada mi acompañante.

-“Jejeje
¿pa’qué pagá doble si se puede hacer esto?”, le digo.

Entramos al ‘Piki parte atrás’. El ambiente estaba con un aire que daba la hora. Rápidamente nos ubicamos bien cerca del área de la cabina del DJ.
¡Pedimos un servicio de Barceló “cuatro filo” e inicia la muela desenfrenada!

Entre pláticas y pláticas, nos íbamos a bailar, volvíamos a sentarnos y así sucesivamente. Los sets en ese entonces eran más dinámicos e interesantes que ahora: había un set de cuatro temas de Merengue, Salsa, Música Americana (música bailable en Inglés)
¡y los esperadísimos sets de boleros!

En éstos últimos, uno se aprovechaba porque se sabía de antemano que eran cuatro baladas consecutivas y si usted no ligaba allí mi hermano(a), olvidarse del asunto era lo más lógico.

Tras haber finalizado con éxito el esperado set de boleros, nos disponemos a sentarnos. Mi estado anímico estaba sumamente acelerado (habían ya 3 servicios de cuatro filo abajo) y de haber existido Los Sabrosos del Merengue en esa época, iban a tener que cederme el término de ‘sabroso’ porque lo estaba 100%:

-“Que bien me he sentido aquí contigo Marcos”, me dice la fémina con ojos en Saturno.

-“Esa era la idea”, le digo bien animado al momento que le doy un largo beso.

-“
¡Mira! ¡Ya tienes que llevame... ‘¡Ta talde... van a sé lasonse!”, me dice entre ‘tengo que irme, pero me quiero quedar’.

-“OK. Déjame ir al baño”

Al llegar al baño de caballeros, me impide la entrada uno de los camareros y me comunica que no se encontraba en servicio. Gentilmente me indica que fuera al de la pizzeria. Hago lo propio y al salir me encuentro con Carlos ‘La Tanga’ prendío como dos bombillas del estadio:

-“
¡Padrote! ¡Vengacá mi helmano! Tú sabe que yo te quiero mucho a tí y a Alturito... ¡Utede son miselmano del barrio!”, me comenta abrazándome.

Sin medir palabras o darme tiempo de nada, me toma del antebrazo y me dice halándome:

-“¡Ven, vamo’ pa’brasa!”

-“
¡No, no Carlo! Ando con una novia y me ta’ eperando en la dicoteca del Piki”

-“
¡Mire carajo! ¡Nadie le dice que no a La Tanga!”, me va sentenciando mientras me va llevando para Abraxas.

En la puerta no hubo inconvenientes ya que él era conocido. Una vez en el interior, nos sentamos en el bar. Pide una cerveza para mí y un Palo Viejo para él. Notando el estado en que se encontraba, el bar tender le dice que lo que había era Brugal y Carlos asintió.

A sabiendas que no podía mezclar, accedo a tomarme la cerveza para ver si lo entretengo y así zafármele. Inútilmente traté de convencerlo de que me dejara ir porque en realidad tenía a alguien esperándome y no fue hasta que se acercó una mujer que le advirtió que se preparara porque venía el set de boleros.

Carlos es llevado a su pista y aprovecho para salir y me encuentro con la fémina bien desesperada mirando el reloj y me dice:

-“
¡¿Y dónde tú ‘taba?! ¡Mira que hora e’! son lasonse y media! ¡Mi amiga me va a matá!”

-“Después te explico. Ven vámonos”

-“
¡Pero no pa’ donde mi amiga! ¡Tu ta’ loco!? ¡A eta hora no puedo llegá allá... Me da velgüenza!”

-“
¡Pero ven vamos! ¡la Flush corre rápido!"

Subimos a Preconca Vieja y al llegar, la fiesta de la amiga se había acabado. No había tiempo que perder porque de presentarse a las 12:00 AM sin el papá de su amiga, ella tendría serios problemas.

Unos tres llamados medio sutiles por la ventana frontal de la casa de la amiga, mas no hubo nunca respuesta. Una sólida tensión se notaba en su aspecto y es entonces cuando le digo:

-“
¡Mira vámonos que tu papá no come gente!”

-“No, lo que pasa e’ que…”

-“
¡No va a pasar nada! ¡Vámonos dije ya!”

Llegamos faltando cinco minutos para la media noche. Al ella decirme que vivía por el Mutualista, imaginé que se trataba de Chicago o quizás Savica, pero no eran ninguno de los dos sectores y resultó que ella vivía en la parte trasera de un caserío rumbo a la Avenida Libertad.

Con el corazón en la boca, agarro mi mujer de manos y nos adentramos al lúgubre callejón. Al final del mismo había una modesta casa con puerta de zinc por donde se podía ver un tenue bombillo encendido como muestra de que estaban levantados.

Tras unos minutos de vacilación, se decide a tocar y al yo ver que alguien abría la puerta, medio me alejo en la penumbra con la clara intención de que no me vieran.

De un momento a otro, se cierra la puerta y se escucha la voz de una señora (presumiblemente su mamá) que vociferaba:

-“
¡No!, ¡no!, ¡no le dé!”

Sale la fémina por un lateral de la maltrecha residencia y me dice:

-“
¡Vete Marcos que e’ a ti que te van a dá!”

Salgo idéntico a los ‘100 Metros Planos’ y llego bien rápido a donde se encontraba la Flush, me subo en mi passola y arranco sin rumbo fijo.

Entre calle y calle, llegué a la Dr. Teófilo Ferry y al divisar qué calle era, arranqué hacia arriba sin medir si era una vía y pasando las esquinas a cieguitas, llegué a mi casa.

Al día siguiente coincidí con la amiga de Preconca Vieja quien me comunicó que el caballero no era su papá sino su padrastro y que quería hablar conmigo para conocerme. Respondí naturalmente:

-“
¡¿Y e’ fácil?!”

Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: "El Piki Parte Atrás". © 2009-2012-2014 Marcos Sánchez. Derechos reservados.