viernes, 27 de diciembre de 2013

"Estadística de Fin de Año"

El 30 de Diciembre de 1995 fui invitado a la tradicional fiesta de fin de año del CODIA filial El Seibo.

Cayó Sábado y habían elegido ese día debido a que la gran mayoría no garantizaba poder hacerlo el mismo 31 ya que tenían diversos compromisos familiares, incluidas las tradicionales visitas de amistades venidas del extranjero, entre otras cosas.

Los miembros del CODIA en el Seibo eran mis estudiantes de Inglés gracias a las diligencias hechas por mi gran amigo Florentino Durán, quien era miembro del gremio. Viajaba todos los Sábados a impartirles clases y se aprovechó la coincidencia para tomar ese día, en vez de impartir clases, compartir sanamente.

La gente del Seibo es extremadamente hospitalaria y conversadora. Como soy una persona gregaria, no me resultó difícil la interacción con todo el mundo. Para variar la atmósfera, todos se pusieron de acuerdo en ir a la casa de uno de los ingenieros y así tornar el encuentro más íntimo.

Florentino me pidió que me quedara en su casa, pero opté por alojarme en el Hotel Santa Cruz que estaba perfectamente ubicado en la Avenida Manuel Diez Jimenez, principal de la antiquísima ciudad. Anexo a ese hecho, en ese mismo trayecto estaba la parada hacia La Romana.

Llegué al Seibo cerca de las 9:30 de la mañana y para dar tiempo a que se organizara el asunto, me dieron un tour por lugares y zonas que no conocía en el área. El color verde era constante por donde quiera que mirara matizando el frescor que emanaba el simple hecho de ver las montañas.

Por fin cerca de las 1:00 de la tarde llegamos a la casa elegida y allí compartimos toda la tarde entre narrativas históricas, jugadas de dominó, intercambio de impresiones, toma de fotos y obviamente, comida y bebida.

Ya caída la tarde cediéndole el paso a la prima noche, estaba exhausto y pedí que me llevaran al hotel. Pude en realidad haberme ido para La Romana, pero no tenía prisa y además hubiese sido una astronómica descortesía desde el punto de vista de mi doble condición de Profesor e invitado.

Al día siguiente, desperté temprano y aunque la parada de guaguas estaba sumamente cerca, Florentino insistió en llevarme. Nos despedimos con un caluroso abrazo y entré en mi bus. Por fortuna encontré un asiento del lado contrario al reflejo del Sol aparte de que el transporte, estaba casi lleno.

Breves minutos antes de partir, entra una elegante dama ataviada con una delicadísima camisa blanca de mangas largas y pantalones de vestir color negro.

El aspecto aparentaba una mujer en sus treinta avanzados, pero probablemente su estilo de vida impedía algún desgaste visible aun cuando llevaba sendas gafas oscuras. Con una miraba bien rápida, se dio cuenta que habían nada más asientos en la parte de atrás y un espacio a mi lado. Se acerca y pregunta:

-“Discúlpeme joven 
¿Está este asiento ocupado?”

-“No, no para nada”, le respondo.

Estaba claro que su presencia había impregnado un aroma ultra agradable en toda la guagua, mas al sentarse a mi lado, ese olor era penetrante y gracias a Dios, tenue.

Dominicano al fin, dado que el porcentaje de no iniciar un diálogo en un autobús de una ciudad a otra, es casi nulo, rompo el hielo:

-“Perdone la imprudencia señora
¿Usted no es del Seibo, cierto?”

-“
¿Qué le hace pensar que no lo soy?”

-“Su color de piel no es de esta área”

-“Muy bien. No soy seibana. Soy de Higüey. Estaba aquí entregando unos regalos a mi suegra”

-“Comprendo”

-“
¿Y usted? ¿Es de El Seibo?”

-“No. Soy de La Romana. Estaba aquí compartiendo con unas amistades. Más bien, mis alumnos. Soy Profesor de Inglés”

-“Interesante. El Inglés y yo hemos librado innumerables batallas, pero no he podido dominarlo”

-“Todo es cuestión de enfoque. Si se toma individual es distinto a un grupo. Por razones de logística, muchos institutos mezclan adultos con adolescentes y el resultado es un desastre. De ahí quizás su negativa”

-“Tienes toda la razón. Se nota que vives lo que haces. Poca gente trabaja en lo que le gusta. Tienes buena dicción”

-“Gracias. Recién me inicié como Locutor”

-“Bonita elección. El Comunicador tiene en sus manos una herramienta poderosa: su micrófono le permite entrar donde sea con su mensaje”

-“Si, aunque muchas veces sin permiso”

-“Es cierto, pero el que sabe manejarse siempre da las gracias por que se le permita entrar a nuestras casas, oficinas o en nuestros vehículos sin ese permiso como dices”

-“Así es
¿Y usted? ¿A qué se dedica?”

-“Soy médico. Estoy ahora realizando una especialidad”

-“
¡Que bien! ¿Tiene familia en La Romana?”

-“Una cuñada, pero no es de La Romana. Coincidiremos allá para luego ir a Santo Domingo”

-“
¿Y su esposo es de La Romana? A lo mejor le conozca”

-“No lo creo...”

En eso hubo un diminuto silencio y se cortó la conversación. La señora se disculpó decentemente y no volvimos a cruzar palabras hasta que llegamos a La Romana:

-“
¿Su cuñada la recogerá en algún lugar en específico?”

-“Me pidió que la esperara en La Rotonda. Supongo que esta guagua pasa por ahí en su ruta hacia la última parada en el mercado municipal”

-“Bueno voy al canal donde laboro y si no le importa, podría bajarme con usted”

-“Muy amable”

Al llegar a La Rotonda, me desmonté con ella con la intención de llegar a Costa Visión, el canal donde trabajaba que estaba ubicado bien cerca. Procedo a despedirme una vez noto a otra fémina que le hace señas desde el interior de un carro:

-“Bueno, espero que vayan bien. Su esposo debe estar desesperado esperándola en Santo Domingo”

-“Ojala fuera así. Mi esposo se convirtió en una estadística de fin de año. Murió víctima de una imprudencia automovilística un 31 de Diciembre. A donde vamos es al cementerio a rendirle respetos a su memoria. Cuídate. Bye...”

Hoy es 31 de Diciembre. Termina un año e inicia otro. La gente después del famoso cañonazo sale como loca a las calles a celebrar. No veo nada malo en eso, simplemente que la gran mayoría lo hace bajo el efecto del alcohol muchas veces manejando ya sea en motocicletas o carros y sumado a eso, armados con pistolas.

Esa tripleta es peligrosa: alcohol + al volante + arma de fuego. Trate de ser prudente y responsable. Recuerde que no se trata del fin del mundo. Es sólo un cambio de fecha.

Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: "Estadística de Fin de Año". © 2009-2012-2013 Marcos Sánchez. Derechos reservados.

viernes, 20 de diciembre de 2013

"Las Maquinitas"

En 1983 nuestro país gozó en ciertos lugares de ser uno de los pocos en estar a la par con EE.UU. justo en el momento de iniciarse lo que eventualmente se bautizó como la debacle de Atari o en términos más llanos, la fiebre de los juegos de vídeo.

El hecho de haber sido parte de esa vivencia jamás hubiese sido posible sin la intervención de "Los Michelin": José, Chichí, Jorge y Vladimir (Pili aún no nacía). Ellos fueron los primeros privilegiados en obtener una consola Atari 2600 en La Romana y con la obtención de la misma, una nueva era en materia de juego había iniciado para mí.

Viéndolo desde ese entonces, entiendo perfectamente por qué hay una auténtica adicción entre adolescentes y niños conectados a sus consolas prácticamente un día completo. Es envolvente, adictivo y hasta esclavizante. No puedo hablar de Atari sin obviar al personaje más popular, no solo de esa compañia, sino de toda la historia de los juegos de vídeo tanto de consolas como de las popularísimas Arcadas (llamadas aquí "Maquinitas"): Pac-Man.

No sé con exactitud cuántas veces jugué Pac-Man haciéndole largos turnos a Chichí, Vladi o Jorge, lo que sí sé, es que perdí la noción del tiempo embriagado frente a esa consola y fascinado por ese juego. Menor suerte, aunque con la misma importancia, corrieron los juegos "Space Invaders" (original de 1978, lanzado por el frabricante norteamericano Midway) y "Donkey Kong", que se convirtió en el estandarte de la compañia Nintendo junto al popular "Mario Bros.".

Imperativo mencionar a SEGA (autores del galáctico "Zaxxon" y del motorizado "Hang-On"). SEGA, era parte de la Gulf+Western y ésta última poseedora, del Central Romana y accionista mayoritaria de la Paramount Pictures y de ahí, que llegaran a La Romana importantes títulos cinematográficos como "El Padrino II", "Chinatown", "Apocalyspse Now" o "The Sorcerer" al cine del Club de La Costa. Todo esto gracias a los esfuerzos del desaparecido brillante industrial de origen austríaco, Charles Blüdhorn.

Otra de las compañias que jugaron un rol protagónico en esta industria fue Namco (padre original del Pac-Man) creadora de los nostálgicos "Galaxian" y su secuela "Galaga", que eran una especie modificada de "Space Invaders" a todo color y con elementos dramáticos agregados al juego. Namco fue también el creador de "Dig Dug", "Xevious" y "Pole Position". Merecidas menciones para Capcom (responsables de introducir "Streetfighter"; Cinematronics; Konami (la gente de "Contra") y Taito, entre otras.

Para cuando llegaron las Arcadas, que rápidamente se les reabutizó como "Maquinitas", habían adolescentes que por no tener acceso a la compra de una consola, optaban por pagar múltiples cantidades de monedas y así permanecer conectados a una 'maquinita'.

A alguien se le había ocurrido la brillante idea de crear un orificio a la moneda y sujertarla con un hilo de nailon una vez fuese introducida y ésta al hacer contacto con un alambre eléctrico, le indicaba al sistema que se había generado un crédito.

Mientras más veces tocara la moneda el alambre, más créditos se acumularían y ya usted se puede imaginar!!.

Justo al lado del ahora desaparecido Cine Colón, frente al Parque Juan Pablo Duarte, está una legendaria entidad bancaria y allí existía un centro lleno de esas arcadas. Los dos juegos más populares eran "Defender" y "Asteroids", ambos caracterizados por su nitidez y trama principal: una batalla intergaláctica.

Decido ir a 'las maquinitas' para ganar tiempo antes de ir a ver una película. Al llegar al frente del cine, había una interminable hilera de motores por lo que me ví obligado a parquear la Flush frente al centro de las arcadas:

-"Cámbieme por favor esos 10 pesos", le digo al dependiente.

Ese cambio equivalía a varias jugadas, pero tenía 'la moneda mágica' en uno de mis bolsillos, lista para usar una vez el dependiente se descuidara. El bullicio colectivo de las diferentes arcadas más el murmullo de los jóvenes allí congregados, eran un perfecto sinónimo de gallinero humano.

Pierdo par de jugadas y en una, introduzco la moneda en repetidas ocasiones para acumular créditos. Miro el reloj y aún había tiempo para seguir esclavizado por el fascinante juego y en un momento determinado se ha armado un juidero ya que el dependiente había atrapado a un jugador con el sistema de la moneda y entre 'el corre-corre', siento que no puedo salir del sitio y se trataba de que la moneda se había quedado atascada a mi maquinita...

Como el nailon tenía que estar sujeto a la costura del pantalón, hice un esfuerzo extra y el jalón me rompió el bolsillo provocando que se cayeran las monedas originales cambiadas de los 10 pesos. Fui testigo de ver perfectamente cómo los tres sistemas dinámicos de la Teoría del Caos, se materializaban en medio del corredero: almas corriendo a más no poder emulando estabilidad, inestabilidad y caos al momento de algunos, agacharse a recoger parte del menudo caído.

Miro fijamente a uno de los 'ganadores de la improvisada loteria' y le hago señas de que me devuelva mis monedas, pero fue inútil. Para cuando regresó el dependiente, había llegado la policía y cerraron el negocio para identificar a los infractores.

Como era fijo en el lugar, el dependiente me dejó ir sin mayor inconveniente, pero antes, me llevó al área de cobros y me dijo:

-"Mira hace mucho que veo que vienes a jugar. Soy un hombre muy viejo para dejarme relajar. No entiendo por qué tu afán de utilizar el truco de la moneda si traes dinero. Si quieres ser parte de esto, te aconsejo que lo dejes ahora que eres joven".

-"Discúlpeme de verdad. Usted tiene razón. Siempre traigo dinero, pero de alguna forma quería vivir esto", le digo cabizbajo.

-"Yo no conozco tu familia, pero se ve que eres un muchacho de buenas intenciones. Te voy a dejar ir, pero te voy a enseñar una lección hoy", me dice bien serio.

-"
¿Una lección dice usted?", le pregunto aun cabizbajo.

-"Si. Logré recoger parte de las monedas que se te cayeron. Si te pidiera algunas de ellas, 
¿me las darías?".

-"Supongo que si señor. Jugué varias veces con la moneda mágica".

-"Pues tomaré algunas 5 ó 6 de esas que recogí como muestra de que en realidad pertenecen al negocio. Y también tendrás que darme la moneda mágica".

Procedí a dárselas y obviamente no pude ir al cine ya que tuve que pagar para que la policía no se llevara la Flush parqueada el frente del negocio.

No volví a jugar maquinitas ni nada parecido sino hasta la llegada de la consola PlayStation de la Sony Computer Entertainment en Septiembre de 1995.


Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: "Las Maquinitas". © 2009-2010-2013 Marcos Sánchez. Derechos reservados.

viernes, 13 de diciembre de 2013

"Viernes 13"

En Junio de 1986 se dio el hecho de caer un famoso Viernes 13 y como todos ustedes sabrán, siempre se ha tomado esta fecha como un referente para asuntos negativos. 

En realidad la fecha conmemora la captura y eventual condena de los Caballeros Templarios por parte del Rey Felipe IV de Francia un Viernes 13 de Octubre de 1307.Las razones (religiosas o económicas) no están establecidas históricamente. 

En esa época era la etapa previa a la Flush y el auge de las motonetas en la ciudad. Alternando las salidas nocturnas en las llamadas passolas, salíamos a veces en vehículos de cuatro ruedas. Chichí, mi amigo de infancia se había pasado casi toda la semana intentando convencer a su papá que le prestara la camioneta de éste. 

Se trataba de una situación delicada ya que esa camioneta era medianamente utilizada para asuntos del negocio familiar consistente en ventas de neumáticos y además venía de una reciente reparación casi total incluyendo una nueva pintada del referido vehículo de motor. 

De alguna forma y tras varios intentos por fin Chichí consigue que le presten la camioneta. Se pone en contacto con algunos de nosotros para que diéramos una vuelta y hacer algo diferente esa noche. En el parque sentados, se encontraban Ameriquito y Henry comiendo "eggburgers".

Antes del encuentro Chichí presentó una pequeña dificultad al tener ya la camioneta: Vlamidir, uno de sus hermanos, se había enganchado en la “cama” de atrás y se resistía a desmontarse. En ese trajín le dieron casi cuatro vueltas al Mercado Municipal del centro entre Vladi apearse y montarse.
Se resuelve el asunto con Vladi y chichí y un servidor nos disponemos a dar una vuelta en la camioneta. Pasamos por el parque y al ver a Henry y Ameriquito nos detuvimos... 

-“¡Diablo loco! ¿¡Que Michelín te prestó esa camioneta!?”, dice Ameriquito 

-“Muchacho tú no sabes la lucha que cogí para convencer al viejo je,je,je” 

-“¿Pero y qué vamos a hacer?", pregunta Henry 

-“¿Marcos que tú opinas? ¿Nos vamos a dar una vuelta por ahí?”, me pregunta Chichí 

-“Bueno ya que Henry y yo andamos en passolas, nosotros le caemos atrás”, dice Ameriquito 

-“¡OK vámonos! ”, le vocifera Chichí acelerando a dos manos el vehículo 

Tras unas cuantas vueltas sin sentido (Ameriquito y Henry detrás de nosotros en la camioneta) me dice Chichí: 

-“¡Hey! ¿Utedes son arretao'?” 

-“¿Cómo así Chichí?”, pregunta Ameriquito 

-“¡Vamonos para La Luisa a llamá' al Diablo!” 

-“Ja,ja,ja pero este hombre será loco ja,ja,ja dime Marcos ¿Qué hacemos?” 

-“No relajen con esa vaina miren que hoy es Viernes 13”, digo medio indeciso 

-“¡Por eso mimito! ¡Vamos para allá y si ustedes son arretao, cáiganme atrás!”, responde Chichí en tono desafiante 

Ameriquito subió la passola en la cama trasera de la camioneta y yo opté por pasarme atrás para sostenerla sentado en uno de los bordes, mientras que Chichí, Henry y él continuaban al volante y pasajeros, respectivamente. 

Nos vamos para el paraje llamado “La Luisa” que quedaba a unos escasos metros de Buena Vista Norte y tenía la particularidad de otro acceso cerca de la parte alta del llamado Río Dulce. La idea era entrar por la parte baja de la ciudad y salir por la parte alta. 

Previamente en la tarde había caído una ligera llovizna y el tramo de carretera no estaba asfaltado por lo que había metros enlodados y otros secos. Manejando despacio llegamos a la intersección en donde se determinaba si continuar para Río Dulce o adentrarnos en sí para una larga carretera matizada a un extremo por un desmesurado cañaveral… 

-“¿Entonces seguimos hasta el final?”, me pregunta Chichí sacando la cabeza desde la puerta 

-“¡Espérate!”, vocifero y me le digo “Mejor bajemos la passola y que Ameriquito se vaya en ella y yo sigo aquí atrás” 

Hicimos lo propio y tras unos largos minutos, llegamos a un sitio donde ya no se podía seguir debido a que el camino estaba obstruido por unos abandonados tractores. Al lado de éstos estaban unas enormes estructuras metálicas parecidas a jaulas donde se depositaba la caña para transportarla. 

Con una luna ultra radiante, nos detuvimos y nos paramos todos frente al vehículo cuando de repente Chichí vocifera: -“¡Diablo si tú existes sal ahora!” 

Había un miedo colectivo y las miradas fijas a los ojos entre unos y otros eran una constante combinada con otras fijaciones visuales a los cañaverales y súbitos chequeos a nuestras espaldas. En un momento y tras varios llamados, Chichí hace un último esfuerzo a todo pulmón y quien responde es el lejano sonido de una vaca. 

-“Señores vámonos de aquí que yo creo que eso es un vacá”, dice Ameriquito 

Subimos nueva vez la passola a la cama de la camioneta y procedemos a retirarnos. Chichí venía un poco ligero y se le ocurrió hacer zig-zags en el camino de retorno. Tomando en cuenta los amplios deslices a ambos extremos, opté por bajar la passola e irme en ella. 

Una vez montado, continué bien de cerca intentado darle alcance a Chichí quien había incrementado sustancialmente la velocidad y continuaba con los zig-zags. ¡En un momento determinado, se abrió demasiado en uno de los deslices debido al lodoso terreno y el vehículo impactó a gran velocidad con un enorme árbol! 

De lejos vi el accidente y aceleré el paso. Al llegar vi a un asustado-dolorido Chichí levantándose el poloshirt para verse el pecho y en éste estaba tallada la forma curvilínea del timón, Henry se encontraba bastante aturdido y Ameriquito se había desmayado. 

Cuando se rescató la camioneta, la forma del frondoso y sólido árbol se había incrustado justo a la mitad del vehículo. Los padres de Chichí entendían que éste estaba mal debido al estado de la camioneta y estaban preocupados. Nosotros al llegar a la ciudad, nos dispersamos y cada quien se retiró bien asustados a sus casas. 

Chichí temeroso optó por quedarse en la mía y se “escondió” encima de uno de los baños para evitar ser encontrado. Me presento como emisario a su casa y me recibe su mamá quien al ver mi primer intento frustrado como actor dramático, preguntó capciosamente: 

-“¿Y la camioneta?” 

-“Doña Nidia...tuvimos un pequeño accidente, pero...¡Chichí está bien! al igual que la camioneta...” 

Una comisión mixta de vecinos se integró rápidamente para garantizar la entrega de Chichí y evitar que cayera sobre sí la ira de su padre. Jamás en la vida y por toda la etapa de nuestra adolescencia volvimos, a ejecutar semejante práctica aunque efectivamente, sí volvimos a La Luisa... 

Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: “Viernes 13”. © 2010-2012-2013 Marcos Sánchez. Derechos reservados.

jueves, 12 de diciembre de 2013

"Dominican Smörgåsbord"

Aunque casi nadie lo admite, en las actividades sociales los invitados siempre preguntan qué hay de refrigerio y dependiendo del mismo, acceden o no a la invitación formulada.

En nuestro país es de rigor preparar "lo que sea" cuando se trata de una fiesta y máxime si ésta es improvisada.

Aprovechamos cualquier evento para crear una celebración en torno al mismo.

Es común que si alguien se va para Estados Unidos (llegará posiblemente en unos meses) hagamos una fiesta de despedida y cuando retorna la persona de visita, se realiza otra fiesta en su honor.

Si se compra un carro nuevo, la obtención de un trabajo, mudarse a vivir con su pareja, entre múltiples otras igual se lo gozan. Lo peculiar sobre las mismas es que si acontece al revés, ¡también hay fiesta!

Invitado por unos amigos cercanos, les acompañé a un encuentro con motivo de la adquisición de una casa por parte de uno de ellos.

El lugar estaba bien minado de personas así como una vasta decoración, un DJ amenizando con música actual y al fondo, el clásico "chef" contrastando con sus libras el verdadero aspecto físico que se debe tener al comer adecuadamente. Sentados en una mesa inicia el inexorable diálogo...

-"¡Oígame compadre pero usted botó la casa por la ventana!", dice uno de los invitados

-"Gracias compadre, gracias ¡Usted sabe que conseguí este ranchito con mucho sacrificio y había que hacer algo!"

-"¡Eso es así! ¡Usted y su mujer se fajaron para conseguir esta vaina!"

-"¡¿Cómo que el compadre y la mujer?!", intervengo en tono jocoso

-"Oh oh Marquitos ¿Y usted cree que el compadre se guamió todo estos blocks él solito?"

-"Jajaja compadre fuera de chercha y no se me ponga guapito, pero tenga cuidado si a última hora le tiene que dejarle el rancho a la doña jajaja", le digo al nuevo dueño

-"¡Cállese la boca compadre, compadre cállese!", responde en tono musical

-"¡Señores allí hay comida por un tubo así es que a comer!", dice el iniciador del diálogo

-"¡Vayan! ¡vayan! aquí hay comía para todos ustedes"

Entre cuentos de todos los colores, análisis de la política, comentarios deportivos y por supuesto, mujeres, transcurría el tiempo y poco a poco se hizo una enorme fila para ir al buffet. El anfitrión había estado observándome y notaba que sólo comía alimentos que estaban cubiertos de plástico...

-"Pero ven acá Marquitos ¿Y qué es lo que pasa que te veo comiendo cositas ahí?"

-"Jajaja no se preocupe compadre lo que pasa es que ya había comido algo antes de venir a la fiesta"

-"¿Seguro? ¡esta es su casa así es que pierda el miedo!"

En eso llega el animado invitado iniciador del previo diálogo:

-"¡Ofrézcome señores ni cuanta gente en ese bufé! ¡parecen como loco!"

-"Es que están practicando una versión dominicana del Smörgåsbord", le digo

-"¡¿Y qué diablos es esa vaina Marquitos jajaja?!"

-"Es un tipo de comida escandinava que se servía tipo buffet"

-"¿Entonces la tradición de comer en bufé viene de ahí?"

-"Elegir diferentes platos servidos en una mesa y repetir los mismos viene de esa tradición escandinava que se originó en Suecia"

-"Se ve que está bueno el diálogo. ¿Y cómo llega esa cultura a este país?", pregunta el anfitrión

-"Bueno el Smörgåsbord se hizo popular a nivel internacional cuando se realizó La Feria Mundial de 1939 en Nueva York y en un restaurante sueco se sirvió la comida en ese estilo"

-"¡Vaya usted a ver! hemos aprendido algo con usted hoy"

-"Gracias, pero me siento aún mejor con que ustedes me dan la oportunidad de compartir sin aburrirles", le respondo

-"¡Aburrío me voy a poner si no te veo comiendo!", sentencia el anfitrión

Llegadas altas horas de la madrugada, termina la fiesta y cada quien se retira felicitando al nuevo poseedor de hogar.

Al día siguiente me llama "el recién casado" alarmado:

-"¡Marquito y tú no sabe mi hermano que voy a demandar al jodío chef!"

-"¿Demandarlo? ¿Y cómo es eso?"

-"Oh ahora todo el que comió anoche está de carrerita para el baño y me están llamando para quejarse"

-"Bueno es un caso raro que todo el mundo esté así. ¿Tú también te sientes mal?"

-"¡Clarinete mi hermano! ¿Y usted está cogió también?"

-"¡Para nada! jajaja ¡mira! Olvídate de eso y coordinemos otra cosa para el fin de semana y te enfrías con tu gente"

El anfitrión nunca entendió por qué consumía siempre alimentos protegidos en plástico transparente y no los que estaban con papel de aluminio.

Dado el hecho de que había una permanente y sutil calefacción debajo, el calor hacia sudar el papel aluminio y éste expelía pequeñas partículas de metal que caían a los alimentos. Éso fue lo que provocó el malestar estomacal colectivo.

Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: "Dominican Smörgåsbord". © 2010-2013 Marcos Sánchez. Derechos reservados.

viernes, 6 de diciembre de 2013

"Prueba de Confianza"

Cuando tenía alrededor de 12 años recuerdo lúcidamente los matinée los domingos que eran como recibir regalos en tiempo de ‘Reyes’ ya que se disfrutaba a plenitud de la película infantil, pero sobre todo de esos hot dogs y refrescos rojos Country Club que vendían en el desaparecido cine colón en mi natal La Romana.

José María, un gran amigo, vecino, hermano y hasta guía, fue mi inspiración en tomarle amor al cine. Él, en su condición de adulto, se le depositaba la responsabilidad para llevarnos (
¡Junto a una tribu de muchachos!) al mencionado cine.

Ya con trece años le pido a mi mamá que convenza a mi padre de que me de permiso para ir solo al cine. Cuando se es menor no se entiende por qué hay tantas trabas para lo que uno piensa es un simple permiso. Mami, tras un asalto a mil caídas, convence a mi papá de que me deje ir y con voz recta y sin titubeos me dice:

-“
¿A qué hora es que inicia el cine y por qué ese afán de ir hoy jueves y no el próximo domingo?”

-“Hay dos tandas: una a las 5:30 PM y otra ala 7:30 PM. Papi lo que pasa es que los jueves son los estrenos y yo quiero ver la película el día que llega”.

-“Bueno. Le dije a tu mamá que era responsable, pero usted si va a ir es a las 5:30 
¡y tiene que estar aquí a más tardar a las 8 en punto!”, sentenció.

¡Me fui a bañar con una sonrisa de oreja a oreja mucho más amplia que un ganador de la Súper Lotto!. La cinta en cuestión era “Indiana Jones y el Templo Maldito” con Harrison Ford y como me fascinaba la aventura, la gozadera era por partida doble ya que era mi primera vez en el cine sin supervisión. El Colón quedaba bien cerca de mi casa y me fui caminando. Llegué, compré mi hot dog, refresco y snickers y me senté a ver mi película.

5:30PM: comienza una bendita hilera de mas de 9 tráilers y encima de eso, 
¡pasan par de anuncios de cigarrillos Montecarlo, aceite Crisol y hasta Malta Morena!. Por fin cerca de las 5:45 inicia la película. Me interno totalmente en mi mundo cinematográfico y en un abrir y cerrar de ojos veo ¡¡mi reloj ‘Orient’ marcando 10 minutos para las 8 de la noche!!!

¡Salgo cual si fuere tatarabuelo del mismo Flash!. Recuerdo ver el antiguo Mercado Municipal pasar por mi lado a mil por hora, cruzar la calle dispuesto a acortar distancia y cuando llego a la esquina de mi casa, doblo con una precisión que carro alguno de Fórmula 1 me ganaba. Al llegar, entro y mi papá estaba sentado en la galería leyendo un almanaque mundial y me dice asombrado:

-“
¿Pero ven acá muchacho y de dónde tu vienes todo sudado y corriendo como loco?”

Apenas con voz y hablando con mucho esfuerzo le respondo:

-“Usted (respiro hondo)…usted me dijo (otro respiro)…que tenía que estar aquí a las 8 en punto…”

-“Sí, pero no era para tanto. Yo ya sé que usted es un hombre responsable y además pasaste la prueba de confianza”, me dijo sumamente normal y siguió leyendo.

Al día siguiente no gasté el dinero de la merienda escolar con la intención de sanear mi frustración al no poder ver el final de mi película y solicitar el permiso nueva vez.

Hablo con mi papá y medio escéptico me preguntó que por qué tenía que volver al cine de nuevo. Le expliqué lo del día anterior y accedió a darme el permiso con la condición de llegar a las 8:30 p.m. a más tardar.

Llegué a tiempo para la tanda de las 5:30, pero estaba llena la sala y me dijeron que la estaban exhibiendo en el cine Papagayo. 
¡Eso significaba subir a pie cerca de 11 bloques!. Me lleno de valor y cuando llegué estaba comenzada, pero esa parte ya la había visto el día previo.

Como si fuera una experiencia tipo déja vú, veo mi reloj faltando 15 para las 8 de la noche y me recuesto tranquilo en mi butaca. Se termina la cinta a las 8:22. Salgo, y al pararme frente al cine me digo mentalmente -“P
ero ven acá es en el Papagayo que estoy!...”

Llegué a casa pasada las 8:30 PM . No volví al cine solo sino hasta los 17 años…

Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: "Prueba de Confianza". © 2009-2013 Marcos Sánchez. Derechos reservados.

viernes, 29 de noviembre de 2013

"Los Caballitos"

Una de las ventajas que siempre ha tenido La Romana es que extranjeros con grandes capitales y un poquito de visión, optan por probar suerte en la también llamada 'Flor del Este' y ese periodo generalmente se convierte en una estadía permanente.

Cuando me refiero a extranjeros es por partida local e internacional. Gente de otros pueblos llegan en búsqueda de oportunidades y casi siempre se quedan.

Un sondeo rápido en base al porte de cédulas en una parte céntrica de la ciudad para determinar orígenes, arrojaría individuos de lugares conocidos como Baní o sitios bien lejanos como Las Matas de Farfán.

En el orden internacional encontramos una amplia comunidad de chinos, árabes, españoles, italianos y franceses. En menor cuantía, estadounidenses, venezolanos, colombianos y puertorriqueños.

Por razones económicas, las atracciones que llegaban a la ciudad siempre era en sociedad con algún extranjero ya radicado y éste a su vez, contactaba otros de su estirpe con domicilio en Santo Domingo.

Así llegaban los famosos "caballitos", que no eran más que unos ultra usados equipos, desechados en otras latitudes y hasta descontinuados por el mismo fabricante, pero que aquí, con una leve pintadita, parecían 'nuevecitos'.

Cerca de mi casa, existía un campo de béisbol que le apodaban 'El Play de La Normal', nombre adquirido debido al liceo Tiburcio Millán López, que en sus orígenes le llamaban 'la escuela normal'.

En el referido lugar instalaban un improvisado parque de diversiones en donde la mayor atracción era el gran carrusel que tenía tanto asientos como sólidas figuras en forma de caballos y de ahí el nombre 'los caballitos'.

Un domingo cualquiera, era imposible obviar ir a los caballitos ya que en la escuela nos anunciaban hasta la saciedad que "eran las últimas semanas" y ya usted se puede imaginar. Resuelto el dilema, me voy con mi hermano y algunos de los muchachos más adultos para los caballitos...

-"¡Arturo! ¡Arturo!, yo quiero montarme primero en los caballitos", le digo a mi hermano-tutor.

-"¡Espérate! que cada vez que venimos te vuelve loco y se acaban el dinero", sentencia.

-"¡Pero papi te dió suficiente para los dos!", le exijo.

-"Mira lo que vamos a hacer: sólo hay dinero para un par de subida en lo caballitos, la estrella, el gusano y la sillita voladora"

-"Pero con eso da Arturo..."

-"¿Ajá, y cuándo tu comiences a pedirme refrescos, algodón, sándwiches y rosetas?"

-"¡Ah no!, ¡yo no sé! Papi dijo que me montara en todo lo que yo quisiera...", le digo con la clásica carita triste...

El dinero era bien abundante. Mi papá era caraquero en ese entonces y por lo regular, siempre había efectivo en sus bolsillos. Mi hermano en realidad tenía otros planes: el y su séquito andaban con 'novias' y eso disparaba el presupuesto considerablemente.

-"¡Mira! ¡óyeme bien!. ¡Una montada en lo caballitos, otra en la estrella y lo otro es para comer!"

-"¡¿Pero y la sillita voladora y el gusano?! ¡Se lo voy a decir a papi!", le advierto.

En eso llega una de las admiradoras con cara de "yo no fui" e interrumpe abruptamente:

-"¡Diantres Arturo! ¡¿Este es tu hermanito!? ¡Igualito a ti! ¿Por qué tu tiene esa carita guapita?"

-"Porque..."

-"¡Pssst hey! ¡cuidadito muchachito!", dice mi hermano con unos ojos que mandaban a correr hasta el padre de la película "El Exorcista".

Llegamos a un acuerdo verbal, que obviamente no se cumpliría, me subo en mis caballitos y doy vueltas hasta más no poder. De repente no veo a Arturo por ningún lado. El miedo se apiadó de mí y desde lo alto escuchaba mi nombre.

Al levantar la cabeza, notaba que la voz se iba y se acercaba: Arturo enganchado en 'La Estrella' con su fémina. Bajan muy sonrientes y lo comienzo a presionar bajo amenaza de que me lleve a la casa.

Durante mis vueltas en el carrusel, se habían tomado fotos, montado en el gusano y comido. El dinero estaba bien escaso e incómodo me negué a comer. La muchacha aprovechó el descontento y le dice en voz medio baja:

-"Oye, si tu hermanito no quiere comer, entonces cómprame dos sandwiches y un refresco. Acuérdate que todavía nos falta subirnos a la sillita voladora"

Clavé mis ojos con mirada fulminante ante la impostora y miro a mi hermano en espera de una salida salomónica al conflicto:

-"¡Toma! Ve y cómete un sandwich, un refresco y si quieres algodón o rosetas, tienes que esperarme aquí"

Accedo a tomar el dinero. Pagan par de taquillas para la famosa sillita voladora y me quedo estático esperando 'nuevas instrucciones'. El asunto comienza a dar vueltas y los gritos de alegría de los ocupantes giraban una y otra vez.

Existía un mecanismo que hacía levantar el asta de metal que sujetaba los extensos brazos que al final y con cadenas, suspendían las sillas. Miro indignado a la farsante gozar plenamente y por mi mente me pasaba el colérico pensamiento de que el acceso a otras atracciones se habían desvanecido gracias a esa muchacha.

Me acerco al operador y le digo:

-"La muchacha de la taquilla le llama"

El hombre mira hacia la cabina, pero por el ruido no puede dejarse escuchar y decide ir rápidamente a donde la vendedora de taquillas. En eso, dejó el botón que mantenía al tope las sillas y a una velocidad más acelerada.

El operador tardó menos de dos minutos en regresar y al elevar mi vista, fui testigo de cómo la farsante expulsaba de su estómago parte de lo que me correspondía consumir tanto en refrigerio como en atracciones.

Al bajar hubo que llevarla a los improvisados baños y con cara inocente me dice al retornar mi hermano:

-"¿Te gustó venir a los caballitos?"

Con mirada fija y en tono sarcástico le respondo:

-"¡Sí y mucho! ¡Y a papi le va a gustar mucho más cuando lleguemos a casa"

Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: "Los Caballitos". © 2010-2013 Marcos Sánchez. Derechos reservados.

viernes, 22 de noviembre de 2013

"El Cervecentro"

En 1993 debuté como visitante en lo que ahora son conocidos como cervecentros con la modalidad de chicas que te sonríen haciéndote creer que les interesas.

La diferencia de los de aquel entonces versus a los de ahora, es prácticamente mínima ya que la idea básica permanece intacta: un lugar con acondicionador de aire, cervezas bien frías y atractivas chicas sirviéndote.

En esta última parte, el asunto de ligar era más discreto. Ahora es a lo claro.

Un tocayo y gran amigo homólogo en la profesión de comunicador social, tenía a su vez un amigo a quien le gustaba nuestro estilo de comentar las películas cuando tenía la oportunidad de escucharnos haciendo nuestras esporádicas intervenciones radiales. El caballero, quien se apodaba junto al tocayo Pesao, respondía al nombre de Basilio.

Bacilio, era amante de las aventuras, la vida nocturna y un admirador fiel a las féminas. Su imagen llevaba impregnada un inexorable contraste con su estilo de vida.

En su trabajo, que consistía en vender zapatos en una tradicional y prestigiosa tienda de la ciudad, Bacilio era súper servicial y portaba impecablemente pantalones de vestir, camisa formal y hasta corbata!.

En una ocasión mi tocayo andaba con Basilio y coincidimos en un lugar y allí fuimos presentados. Tenía otros planes en ese momento y quedamos de reencontrarnos en otra ocasión para compartir un rato. Pasaron varias semanas antes de que se pudiera concretar ese encuentro.

Un Sábado saliendo de unas clases privadas de Inglés, me encuentro coincidencialmente con Bacilio, quien me aborda con mucha sutileza:

-“
¿Pero venga acá mi hermano y cuándo es que por fin usted y yo vamos a juntarnos? ¿Dígame qué es lo que le pasa?”.

-“Tienes razón, no he podido coordinar contigo para ese encuentro. Lo que pasa es que tendría que ser un fin de semana ya que imparto clases todos los días laborables”, le digo.

-“
¡Pero hoy es Sábado! ¡No me diga que ahora usted tiene clases en la tarde!”

-“No sería mala idea”, respondo.

-“
¡Entonces vamos a comprometernos para hoy mismo!”, dice bien animado.

-“En realidad me refería a eso de no ser mala idea, el hecho de impartir clases los Sábados por la tarde. Unos chelitos extras nunca caen mal”.

-“Ofrézcome pesao’ usted anda detrás de la plata jajaja. Pero si hay algún problema, dígamelo que El Pesao me ha dicho que usted es un hombre elitista”.

-“
¡Jajaja vaya percepción! ¿A qué hora puedes hoy para por fin reunirnos?”

-“
¡Oh! son las 12 del medio día. ¿Qué le parece a las 2:00 de la tarde?”.

-“
¿¡A las 2 de la tarde!? ¿Y a dónde podríamos ir a tomarnos par de frías a esa hora? Hace mucho calor”, respondo bien escéptico.

-“Jajaja ay pesao’, 
¡déjeme eso a mí! Lo voy a llevar a un lugar donde usted no tendrá problemas de temperatura. ¡Es más! Calor le dará a usted con las chicas que hay allá”.

-“No se ofenda, pero usted no se está refiriendo a…”

-“
¡Olvídese de eso! ¡Paso por su casa a las 2 en punto!”

Bacilio era un hombre que poseía como estigma en su carácter, la puntualidad. Llegó a mi casa con dos motoconchos justo a las dos de la tarde cual si fuese reloj suizo. Ciertamente hacía un sol ultra radiante:

-“Ah, pero usted no relaja con esto de las horas en punto”, le digo saliendo de mi casa.

-“
¡Claro pesao! Discúlpeme por la montura, pero estamos en ahorro para comprarnos cuatro ruedas. Súbase ahí y cáiganme atrá'”.

Tomamos una línea recta en la misma calle de mi casa y tras unas seis cuadras llegamos a nuestro destino: un centro cervecero matizado en la parte frontal por la mayor cantidad de motoconchos que haya visto juntos en ese momento. Me apeo y el motoconcho me dice que ya estaba pagado el pasaje.

Miro hacia arriba y veo un letrero neón que apenas podía ignorarse. Una puerta de madera con seis pequeños cuadros de cristal hechos orificios en ambos extremos, era la fisonomía de la misma. Me preocupé un poco por el escenario y además estábamos en el ahora antiguo ‘bajo mundo’:

-“Pesao no se preocupe que aquí no va a ver problemas y conozco a todo el mundo”, me advierte un animado Bacilio.

Ya en el interior, el ambiente efectivamente era un polo Norte o Sur, una música a ritmo de Salsa, tan alta, que daba la impresión de una confabulada misión con los decibeles para explotarle a uno los tímpanos y ciertamente, hermosas féminas atendiendo a los clientes.

Sin reparos, llega una elegante muchacha y solícitamente, nos ubica en el área del bar al momento de traer consigo una cerveza:

-“
¡Ah, pero usted es aquí un duro!”, le comento.

-“Jajaja pesao’ le dije que no se preocupe 
¡Aquí yo tengo el control”

-“Si, ya me dí cuenta. Aunque noté que usted en realidad anda detrás de la jevita que nos atendió”.

-“Usted
como siempre: ¡observador! Pesao, quíteme esa cara que ya le dije que aquí no va a pasar nada!”

-“No, lo que pasa es que estaba mirando alrededor y noté que la puerta para entrar, es la misma para salir. 
¿Y si se arma un brejete aquí, por dónde sale uno?”

-“Jajaja 
¡qué hombre éste! ¡Olvídese de eso que no pasará nada!”

Entre diálogos entrecortados por la música alta, nos habíamos tomado ya varias cervezas.

Mi inquietud respecto al por qué tantas atenciones para nosotros, obedecía a que el dueño del lugar tenía un acuerdo con sus empleadas que consistía en darles cinco pesos por cada cerveza que vendieran. 
¡Imagínese usted!.

Esa cara esbozada con una radiante sonrisa, era parte del plan de cada chica que servía en su afán de ganarse algo extra. Estaba claro que él era fijo en aquel lugar y que la elegante muchacha, había desarrollado una mordaz estrategia para entretenernos extensamente allí.

Me excuso con él y me dirijo a realizar el clásico ‘cambio de aceite’. Entro al angosto baño y en un momento dado, agudizo bien mis sentidos para poder discernir el tumultuoso murmullo proveniente de afuera, que al confundirse con la música, no se definía.

Al abrir la puerta del baño, me recibe un provocado Bacilio y me dice en tono exaltado:

-“
¡Pesao devuélvase!, ¡hay un pleito con do' tiguere en el bar dicutiendo por una mujel y ‘tan lo botellazo a do’ mano!”, al momento que rápidamente cerraba la puerta, aferrándose con firmeza al manubrio de la misma.

El miedo de pensar que uno sería víctima de aquel desorden, se había apoderado de mi y la experiencia del término ‘tragar en seco’ la viví intensamente gracias a una dilatada disfagia que se había apoderado de mi en lo absoluto. En un esfuerzo por poder hablar le digo bien preocupado:

-“
¡Tu ve lo que te dije! ¿Y ahora cómo diablos vamos a salir de aquí?”

-“Pesao yo ya le dije que no se preocupe que aquí no va a pasá na’ ”, aún aferrado al manubrio de la puerta.

El pleito se controló al llegar la policía. Fue mi última incursión a los denominados centro cerveceros.

Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: “El Cervecentro”. © 2009-2010-2013 Marcos Sánchez. Derechos reservados.

viernes, 15 de noviembre de 2013

"Escondite Refrigerado"

Mirando toda la parafernalia de ‘nuevas formas de jugar’ en la actualidad, me llevan cada vez más a valorar la forma en que uno fue criado y aunque no nací ni soy de la llamada Era Digital, admito que me he beneficiado de muchas cosas en ella, no obstante hay momentos en que me siento bastante análogo.

La pérdida de inocencia supone cambios drásticos en algunas personas, dramáticos en muchas e insignificantes, para un grupúsculo.

Los jovencitos de ahora ya no juegan. Su ‘juego’ se basa en asuntos típicos de gente adulta y la rapidez con la cual desean convertirse en alguien respetado, contrasta radicalmente con la inevitable transculturización y ese frenético bombardeo mediático cortesía de una poco regulada televisión.

De pequeño a todos nos gustaba ‘jugar al escondido’ y por defecto, era una de las opciones mayor utilizadas en momentos que se iba el fluído eléctrico. Claro está, para los preadolescentes, el hecho de no haber luz les daba otras opciones.

Un día de esos en donde tanta veces se iba la energía eléctrica, me había bañado temprano, hecho mi tarea y obtenido el permiso para ir a jugar en compañía de mi entrañable amigo de infancia, Chichí.

El Barrio Lela”, se caracterizaba por un heterogéneo grupo de muchachos y gozábamos además de tener tiempo para participar en todo tipo de juegos del momento. Merecida mención para “El Pico de la Botella”, “El Topao’”, “Pan Caliente”, “La Patá de Jarro, “El Pañuelo”, “Flor y Convento”, “Mariscal”, “El Burro” y por supuesto el famoso, “Escondido”.

Tras varias sesiones de “El Pañuelo”, seguidas de “El Pico de la Botella” y “El Pañuelo”, se va la dichosa luz. Eso provocó que cada quien se fuera retirando para sus respectivas casas, pero como no era tan tarde, decidí ir a jugar “El Escondido” a casa de Chichí.

El grupo lo componíamos él, dos de sus hermanos (Vladimir y George) y un servidor. José, el mayor había optado por leer algo.

Tras varios repetidos intentos, habíamos utilizado casi la casa completa escondiéndonos hasta que a Chichí se le ocurrió ocultarnos dentro de un congelador.

Traído desde La Peña, lugar de origen del padre de Chichí, el congelador marca Continental, haría las veces de albergue para alimentos que requerían refrigeración. No obstante, su uso en ese momento era para guardar la que yo recuerde, más grande cantidad de los famosos ‘esquimalitos’.

En un aparte que Vladimir se encontraba haciendo turno en el clásico conteo, Chichí abre la puerta del congelador y me pide que nos metamos en él:

-“Je,je,je aquí no nos va a encontrar nadie Chichí”

-“¡Shhh! ¡No hable! ¡Acuérdate que no pueden oír!”

Desde adentro, todo lo que se escuchaba era una distante y confuso. Un lapso bien prudente transcurrió y ambos optamos por entrarle a dos manos a los esquimalitos. Sabores como uva, frambuesa y naranja fueron despiadadamente consumidos por nosotros sumidos en una total obscuridad.

De un momento a otro, llega la dichosa luz y por consiguiente, se enciende el congelador y para colmo de males, Doña Luisa, la nana de la casa se las arregló para colocar el televisor encima del congelador ya que se acostumbraba a tenerlo allí para mejor perspectiva visual.

Comienzo a preocuparme ya que allí dentro la temperatura enfriaba rápidamente y Chichí me pedía que “le diera tiempo” hasta que él detectara en qué preciso momento podíamos salir y así evitar un potencial castigo.

En lo que se decidía el asunto, continuamos consumiendo esquimalitos:

-“¿Chichí y qué tú le va a decir a tu papá sobre lo equimalitos?”, le pregunto frotándome las manos, antebrazo y brazos en búsqueda de calor.

-“Espérate que creo que papi anda cerca”, susurra.

-“¿Pero cómo te vas a dar cuenta si no se oye casi nada?”, le pregunto en tono insistente.

-“¡Espérate! Déjame pégame bien para oír”.

De forma abrupta,  se retira de uno de los extremos del congelador ya que el frío casi le quema una de las orejas y con el brusco movimiento, choca al otro lado y me echo a reir desenfrenadamente.

Al mismo tiempo se escuchaba a los padres de Chichí preguntarle a Vladimir y George por su paradero. Se acabaron los esquimalitos y el congelador emulaba un perfecto ambiente para un esquimal y es allí donde comenzamos a golpear los bordes para alertar que estamos dentro.

Cuando retiraron la TV y abrieron la puerta, salimos bien rápidos ya que el frío nos mataba. No hubo momentos para explicaciones ya que mi mamá tenía un buen rato buscándome y al enterarse en las circunstancias en que ‘estaba perdido’, aceleró el proceso ¡de una buena pela!.

Chichí corrió el mismo destino. Recuerdo lúcidamente las duales carcajadas de Valdimir y George, al tiempo que Doña Luisa, yacía rendida de un súper sueño tras un fracasado intento de dormir a Pili, el hermano menor de ellos...

Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: "Escondite Refrigerado". © 2009-2010-2013 Marcos Sánchez. Derechos reservados.

viernes, 8 de noviembre de 2013

"La Tasca del Némesis de Lucifer"

Una de las características de ser caribeño es la ferviente y espontánea forma de tratar a los demás con afecto.

Es algo inherente en nosotros poner en práctica la hospitalidad tanto con extranjeros como con criollos oriundos de cualquier parte de la media isla llamada República Dominicana.

No sé en otra cultura, pero en la nuestra, la comunicación (en todas sus manifestaciones) es una condición sine qua non ya que nos gusta iniciar un diálogo e interactuar con las personas. Basado en estos hechos, comparto con ustedes este singular relato.

En la tierra que me tocó nacer, posiblemente por la ubicación geográfica, nunca hemos tenido la oportunidad de poder disfrutar de un cambio de estación. Lo que vivimos es una especie de 'verano eterno' en donde el calor hace de las suyas en momentos más que otros, pero su presencia es casi permanente.

Los afortunados en vivir en zonas costeras gozan del privilegio de combatir las candentes temperaturas dirigiéndose a la playa más cercana o también una visita a un virgen río. Pero existe otra fórmula cuando se vive lejos de una playa: la ingesta de ese líquido rubio o moreno, dotado además de maíz refinado, lúpulo, cebada malteada, un poco de agua y por supuesto, alcohol.

Me llama al móvil un amigo para que compartamos un rato y así aprovechar cómo eludir un poco tanta calor. Se encontraba en un colmado en donde el ambiente sónico de fondo, era una salsa de Rubén Blades que era coreada por una desmesurada cantidad de voces mezcladas entre féminas y caballeros. Por fin llegué al lugar acordado.

El ánimo registrado en el lugar emulaba un ambiente de elecciones, de ésas en donde ya se sabe de antemano quién es el ganador gracias al potente desembolso por parte del sector que pretende extender sus intereses particulares Ad vitam aeternam.

Entre abrazos y reiterados gestos de camaradería, logro sentarme al lado de mi anfitrión. Ángel, el propietario del sitio, estaba robándose el show dado el hecho de que dominaba una conversación sobre inventos e inventores. Era una especie de secuela ya que una vez previa, el susodicho había impuesto el mismo tema ante sus clientes, logrando un buen aceptado quórum. Se trataba de una gozada (para él) palinodia.

En un momento determinado, el airado expositor se percata que no le hacemos caso a su sazonado debate y entonces se dirigió a nosotros preguntándonos sobre quién y en qué año, inventa la Frecuencia Modulada. Su pregunta (a mi entender) era capciosa ya que el caballero sabía que éramos trabajadores de la comunicación social en nuestra ciudad. Le respondo:

-"Edwin Howard Armstrong en 1933"

-"¿Edwin quién? ¡No amigo mío! ¡Usted me sorprende! ¿Cómo es posible que siendo locutor no sepa tan esencial dato?

-"Bueno si estoy errado, aprovechemos la ocasión para que nos ilustre ya que estoy convencido de que fue quien mencioné", le rebato.

-"El creador fue Guglielmo Marconi"

-"Negativo caballero. A Marconi se le adjudica ser uno de los primeros impulsores de la radio transmisión a larga distancia. Además un fallo judicial en EE.UU. dejó a Nikola Tesla como el definitivo inventor de la radio", enfaticé.

No quedó conforme y solicitó indagar en la internet al respecto. Una vez se aclaró el asunto, aceptó su confusión y me pidió que lo retara con otra información. No estaba en ánimos para entablar una discusión etérea y opté por una salida salomónica:

-"Dígame ¿Dónde está ubicada La Tasca del Némesis de Lucifer?"

Se quedó pensativo un buen lapso de tiempo sin darme respuesta. Por fin nos retiramos del lugar y varias semanas después todavía no acertaba responderme. Me comentó que había investigado en múltiples fuentes de entero crédito y que ninguna le había dado respuesta sobre el lugar que le reté ubicar. Lo que él nunca supo fue analizar dónde estábamos... 

Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: "La Tasca del Némesis de Lucifer" © 2012 Marcos Sánchez. Derechos reservados.

viernes, 1 de noviembre de 2013

"Franelas Antibalas"

Hace ya un buen tiempo me encontraba sentado en el interior de una bien cuidada cafetería en espera de un cliente quien le habían recomendado conmigo para la traducción de unos textos relacionados a asuntos personales.

Como es costumbre, siempre llego unos quince minutos antes para evadir inconvenientes con el tiempo y también pretextar absurdas historias infantiles para justificar la tardanza.

Rápidamente una de las dependientes me aborda:

-“Buenos días señor. ¿Qué va a ordenar?”

-“Buenos días joven. En realidad estoy en espera de alguien que está por llegar en breve. Déme un café con leche por favor”

-“¿No lo va acompañar con algo?”

-“Bueno, sí. Una tostada ¡Ah!, sé que no es tu culpa, pero por favor que le pongan de verdad mantequilla y no solo untársela”

-“Je,je,je. Bien yo me encargo. ¿Algo más señor?”

-“Si no es mucha molestia, ¿sería posible leer ese periódico que está encima del mostrador?”

-“¿Amante al deporte?”, pregunta la joven

-“¿Disculpe?”

-“Es que es sólo la parte del deporte. Alguien se llevó el resto”

-“¡Vaya!, bueno mejor no. Gracias”

En eso recibo una llamada al celular:

-“Bueno días, ¿me habla la persona de la traducción?”

-“Efectivamente le habla esa persona”

-“¡Ah caray!, discúlpeme. Uno con tantas cosas en la cabeza olvida los modales... ¡Mire!, bueno, escuche: deme unos minutitos más que se me presentó algo con la doña y ya usted sabe...”

-“Si usted así lo entiende, podemos postergar este encuentro para otra ocasión”

-“¡No!, ¡no!, espéreme nada más unos 10 ó 15 minutos que estaré con usted en breve”

Opté por esperarlo ya que había llamado cinco minutos antes del encuentro original. Lo ideal es esperar a alguien en cualquier tipo de citas quince minutos, pero hijos de las circunstancias al fin, a veces hay que ser flexible siempre y cuando exista comunicación.

Me voy tomando mi café con leche junto a mi tostada sin mucha prisa. En eso, me entretengo visualmente viendo cotidianas acciones en el lugar cual si fueren en cámara lenta: un limpiabotas ofertando sus nobles servicios (objetado por todos); personas que entran y salen a recoger pedidos; conversaciones estériles en ambos extremos del lugar y de repente se interrumpe el paseo visual al llegar el cliente:

-“¡Hola Señor Marcos! Disculpe en verdad la tardanza”

-“No se preocupe”

-“¿No le importa se ordeno algo para mí? Veo que usted ya comió algo”

-“En lo absoluto y si no es molestia, puede mostrarme el material a traducir?”

-“Si, por supuesto. Mire aquí está”

Mientras estoy leyendo la desmesurada cantidad de documentos, el cliente me interrumpe diciéndome:

-“¡Mire esa barbaridad!”

Al alzar mi vista veo un muchacho en sus veinte iniciados y con un afro más pronunciado que Wilfrido Vargas en su momento de apogeo.

-“¡¿Usted sabe lo que es eso?! ¡Esta juventud está totalmente transculturizada! Ese desaliñado aspecto con tremenda greñera, aretes en ambas orejas, los pantalones cayéndoseles y un bendito poloché con una figura de chaleco antibalas en el pecho! 
¿A dónde diablos llegaremos?”

-“Bueno, reconstruyéndolo por parte, lo del afro nos es inherente, aunque no tan pronunciado. Eso de los aretes es viejísimo, no siendo así el nivel semicaído de los pantalones”

-“¿Y qué me dice usted de esa perturbadora imagen en el pecho? ¿Un chaleco antibalas? ¡Eso vende violencia!”

-“Si se fija bien. Ese muchacho ciertamente está imitando la actitud de intérpretes de hip-hop que utilizan ese tipo de vestimenta para acrecentar su rebeldía”

-“¡Pero no logro entenderlo! ¿Usted cree que yo con esa edad iría a una discoteca con mi novia o una amiga y esa apariencia?”

-“Bueno, no se me ofenda, pero ¿sabía usted que hay hasta altos dignatarios usando trajes de lujo y personas que pagan enormes cantidades por camisas y chaquetas de cuero que efectivamente están reforzadas?”

-“¿Cómo va a ser? ¿Usted habla en serio?”

-“Tanto como lo que usted ve. Ese muchacho no es más que uno de los millones que en breve estarán atrapados por esa nueva moda”

-“Déjeme quedar claro en este asunto: ¿usted me está diciendo que existe a la venta ropa de vestir antibalas?”

-“Eso es así. Obviamente en países como el nuestro no es algo normal, pero de alguna forma ver tanta agresividad se convertido en algo muy cotidiano en culturas desarrolladas y mucho más después del fatídico 11 de Septiembre”

-“Bueno, este mundo se está acabando. Discúlpeme por haberlo interrumpido mientras leía.... ¿Qué me dice de los documentos?”

-“No puedo ayudarle con estos documentos”

-“Pero, ¿cómo que no? ¡Me lo recomendaron!”

-“Son documentos legales y no soy traductor legal. Le voy a referir con alguien más”

Nos despedimos y no conforme el ahora ex cliente no se contuvo y me pregunta:

-“Oiga: ¿por qué no optó por hacer el trabajo y ganarse el dinero? Mire que la cosa está bien dura hoy en día”

-“¿Sabe algo?, quizás nunca llegue a dejarme seducir por una de esas franelas y ponérmela”

-“Pero, ¿qué tipo de protección necesita usted? No entiendo...”

-“Si le quito el pan a quien verdaderamente se lo merece, tarde o temprano tendré que usar una de esas, ¡pero de verdad!”

Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: "Franela Antibalas". © 2010-2013 Marcos Sánchez. Derechos reservados.