lunes, 10 de abril de 2017

"Progreso Personal"


Un aspecto determinante en la vida de muchas personas es el hecho de cristalizar sus aspiraciones personales que muchas veces, son más imperativas que las profesionales. 

Decenas de miles de individuos tienen colgado un diploma o título en sus paredes que no es lo que les representa. 

La situación radica quizás en una vieja práctica familiar que se mantenía como una especie de tradición coaccionada ya que era de rigor seguir los pasos del predecesor sin tomar en cuenta si eso era realmente lo que deseábamos ser. 

En muchos casos no hubo siquiera la interrogante. Cada cierto tiempo, miramos atrás para pasar balance a las grandes conquistas profesionales que hemos logrado o en su defecto, ver el porcentaje de avance de éstas si aún no llegamos donde deseamos. 

No obstante, la evolución rápida y combustible de la vida nos obligan a cambiar de planes de forma radical y a veces incómoda. Pasa a cada instante cuando vemos a una persona que alardea de su éxito sin tomar en cuenta que el mismo es relativo en toda su dimensión. 

Para muchos debe traducirse en la mayor cantidad de adquisiciones materiales posible, mientras que para otros, en el avance ejecutado versus lo que fuimos antes y lo que somos ahora. No en cantidad de dinero, sino en aspecto humano y espiritual. 

Caminando en los pasillos de un recién inaugurado y moderno centro comercial, se desarrolló la conversación que dio vida a esta historia...  

-¡¿No te acuerdas de mí? Me abordó una muchacha en sus treinta avanzados con asombro al darse cuenta que no la estaba reconociendo 

-Viví un tiempo en la parte Oeste de la ciudad y creo que un amigo en común nos presentó en ese entonces. Pero, No importa (sin decir su nombre). ¿Cómo estás? ¿Qué ha sido de ti? ¿Te casaste? ¿A qué te dedicas? 

-Muchas preguntas simultáneas, pero para no apaciguar tu entusiasmo, estoy bien, vivo en la ciudad, tuve una hija y lucho por insertar mi nombre en la industria cinematográfica 

-¡Wow no sabía que eras actor jajajaja! Bueno yo trabajo en mi propia empresa, no me he casado porque... bueno sin ofender, tú sabes que los hombres de ahora no quieren compromiso o responsabilidades y como puedes ver (hace un giro así misma de 360 grados) luzco genial 

-Sí, sí, por supuesto, puedo notar eso... 

-¿Qué harás ahora? ¿Andas muy de prisa? 

-En realidad venía a una de las sucursales bancarias de aquí para agilizar el retiro de un depósito y...

-¡Mira qué coincidencia! (en eso suena su teléfono) Dame un momentito, me dice y responde "Si, justo ahora le iba a llamar que estoy llegando al banco"... 

-Excúsame, tú sabes que los clientes se desesperan a veces con el asunto de los pagos, pero subamos juntos y así podemos seguir conversando y al salir si no tienes cosas que hacer nos tomamos un cafecito o algo. 

Sin dar respuesta, asentí e hice invitación con la manos de que le cedía el privilegio de tomar primero el ascensor. En un abrir y cerrar de ojos estábamos en el piso donde se ubicaba la sucursal bancaria y de una vez accedimos al interior de la misma.                                               

Para mi asombro y de todos los allí presente, la persona que la había llamado, se encontraba allí esperándola y sin medir palabras la abordó con un verbo agresivo 

-¡Mire a ver lo que usted hará! ¡Cada vez que venimos aquí me viene con un cuento y ya vamos para seis meses y todavía no me pagas la venta del carro! 

Autoridades de la entidad financiera se acercaron a la persona para solicitarle que no podía escenificar esa clase de actos dentro del recinto y lo invitaron cortésmente a salir al momento que le indicaban la salida, él aun continuaba vociferándole improperios. 

Avergonzada por el bochorno público, la convencí de sentarnos un rato en el área de comensales del centro comercial y así apoyarla moralmente. 

Luego supe que la llamada recibida era un acto de rectificación para determinar si en realidad ella se dirigía al lugar. Nada de lo que me había dicho resultó ser cierto y me confesó que llegó al sitio en taxi que por cierto, era el único efectivo que cargaba encima. 

Al separarnos le dije que intentara de lograr sus metas sin dejarse presionar socialmente y que entendiera que el éxito es relativo.