viernes, 21 de junio de 2013

"Perfume de Chivo"

El cine Hollywood Plaza en La Romana fue inaugurado en Febrero de 1997.

Antes que ese año, las tradicionales cuatro salas de proyección de la ciudad habían desaparecido.

Para un cinéfilo fiel no hay fronteras y al no tener cine en mi ciudad, iba a Santo Domingo todos los jueves a ver estrenos.

Me hacía acompañar de un amigo de infancia también cinéfilo por convicción.

Fuimos a ver la primera parte de “Misión: Impossible” con Tom Cruise basada en la serie de TV del mismo nombre y dirigida por el veterano Brian de Palma. Llegamos justo a tiempo a la proyección y nos disfrutamos la cinta 100%.

Mi amigo mira su reloj y me dice:

-“Marcos, 
¿a qué hora es el último expreso para La Romana?”

-“Yo creo que sale a las 9:00 P.M. 
¿Qué estas planeando?”, pregunto.

-“Un par de birritas en Plaza Central. Comemos algo y nos vamos pa’ Romana comío y happy”, me dice.

-“A ti te gusta el can. Son las 7:05 PM. Si vamos a Plaza Central tú bien sabes que estaremos allí más de dos horas”.

-“Bueno, sí, nos damos unas cuantas jarras de cerveza, chequiamos dos o tres capitaleñitas, vamos a la tienda de discos para ver si consigues un disco nuevo de los Pet Shop Boys jejejeje”.

-“Bueno. Vamos a movernos, ya que de aquí a Plaza Central nos van a quitar un riñón” (Estábamos en Cinema Centro en la Avenida George Washington).

Tomamos un taxi y éste al vernos cara de turistas, nos paseó como cuatro veces en los alrededores de Plaza Central. Me percato que algo estaba pasando y le digo a mi amigo en inglés:

-“We are we having a Déjà vu or what?”

-“Deja vu man? What are you talking about my friend?”, me dice.

-“Haven’t you seen that this hotshot driver has passed us around this place like four times in a row?”, le digo.

“Well my friend, I know nothing about this place. You’re the expert, remember jejejeje”, me dice riendo a carcajadas.

-“Chofer, 
¿pero qué tan lejos queda Plaza Central? Usted nos está dando vuelta a la redonda. ¡¿Cuál es su tigueraje?!”, le digo en tono agresivo.

-“
¿Cómo vuelta amigo?”, me dice en tono ingenuo.

“Mire he visto cuatro veces las luces del Estadio Quisqueya”, le digo en tono de reto.

“No, no, lo que pasa es que ‘taba bucando una ruta pa’llegá má’rápido”, me dice medio nervioso.

-“
¡Pues muévase que no somos locos!”, seguí en tono agresivo.

Por fin llegamos al lugar, mi amigo muerto de la risa, y yo tuve que echar un pleito con el chófer ya que quería que le pagáramos “algo más”.

Subimos las escaleras eléctricas y nos dirigimos rápidamente al área donde vendían las famosas jarras de cerveza. Allí comimos, bebimos como si hubiese un decreto del cierre de la cervecería, caminamos por los pasillos y vimos ciertamente decenas de capitaleñas (y guilladas también).

En un momento determinado miro mi reloj y alarmado expreso:

-“
¡Compadre! ¡¡¡8:50 PM!!!”

-“
¿Y a qué hora e’ que sale el expreso?”, pregunta él.

-“
¡Te dije que a las 9:00 P.M.! ¡Ahora tendremos que coger una bendita voladora!”.

Salimos corriendo del lugar, tomamos un taxi y le pedimos que nos llevara lo más pronto posible a la parada de La Romana cerca del Parque Enriquillo.

Cuando llegamos ya se había ido el expreso y hubo que tomar la terrible opción de una voladora…

-“Bueno Marcos, míralo desde el punto de vista de que la pasamos bien y gozamos un paquetón”.

-“La vaina es que esto se para a cada rato todo el trayecto y llegaremos a La Romana en víspera de Navidad”.

Mi amigo procedió a dormirse y pedirme que lo levantara al llegar. Con una bachata a todo volumen, gente ‘cenando pica-pollos’, otros bebiendo, más otros compitiendo con le volumen del radio, inició el exasperante viaje...

Tras un largo trayecto recorrido y a unos escasos 14 kms. de la ciudad, se monta un señor con un saco de harina, que lo menos que tenía era ese polvo y en su lugar, el caballero llevaba 
¡¡¡un chivo!!!

Me digo en mis adentros (“¡No, pero esta vaina no está pasando!”). Para colmo de males, el señor se sienta justo detrás de nosotros (mi amigo aún seguía su siesta) y comienza ese chivo su sinfonía berrística, combinada con bachata y el pleno de pasajeros con tono de voz ultra alto!!.

Por fin cuando arribamos a La Romana cerca de las 12 de la media noche, el señor se bajó con su chivo en la parada, mi amigo se quedó primero, ya que vivía en otro sector, al bajarse de la guagua, tuvo que comprar una botellita de agua porque le dio un ataque de risas por lo del chivo.

Llego a mi casa y mi papá se encontraba viendo TV en la sala. Al entrar le pido la bendición, accede a dármela y rápidamente me dice:

-“
¡Oh, oh! ¿y no era para el cine que tu andabas?”

-“Si, ¿por qué?”, le pregunto.

-“Sería en un potrero que estabas jejeje 
¡¿y ese perfume a chivo?!”

Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: "Perfume de Chivo". © 2009-2010-2013 Marcos Sánchez. Derechos reservados.

viernes, 14 de junio de 2013

"Los 300 Escalones"

En pleno apogeo de la ‘Era de la Flush’ las experiencias diarias emulaban algo surreal ya que el tiempo parecía dilatado en un momento que se caracterizaba por buenos y gratos momentos libres de todo tipo de preocupación y en donde la única constante era planificar el siguiente encuentro.

Como la mayoría de mis amigos tenía también sus respectivas motonetas, coordinábamos encontrarnos siempre en el área circundante al parque central de la ciudad y allí determinar qué se haría y una vez tomada la decisión, era de rigor comerse un eggburger.

Para nadie es un secreto que en la etapa primaria de la adolescencia lo que uno más desea es compartir con chicas de la edad de uno y si se da un caso, alguna ‘que nos lleve par de añitos’ para que nos enseñe cómo accionar. En ese orden aparece un singular personaje a quien le apodábamos Junior Fila.

Lo de ‘Fila’ obedecía a que su vestir urbano era de esa marca. Y cito literalmente todo: gorra, tenis, medias, pantalones deportivos, reloj y hasta la correa. Junior Fila era famoso también porque conocía mujeres de barrio que eran “arretá” y anexo a eso, su capacidad de convencimiento y convocatoria de féminas era incuestionable.

Una noche reunidos en el parque nos encontrábamos Ronny, Dominguito, Henry y su eterno compañero de andanzas Alex “La Placa”, Geovanny, Chichí y un servidor. Llega el muy esperado Junior Fila con una amplia sonrisa de ganador…

-“
¡Hey miren quiene’ tan aquí! ¡Lo’ duro’ en la ruta!”

-“
¡Dígamelo compadre! ¡El mentao’ Juniol Fila!”, dice Geovanny al momento de abrazarle y recibir saludo colectivo

-“
¡Diganme muchachone’! ¿en qué ‘tamo?”

-“Bueno uté e’ el que sabe donde tan la mujere”, le dice Chichí

-“Ah, pero lo’ niñito ’tan en grillito’ ”

-“Queremo’ llegá a Alto de Chavón, pero hay que ilse acompañao’ ”

-“Bueno si utede me eperan uno minutico, le traigo unas amiguitas”

-“Junior Fila, fíjase bien que somo’ siete”, le digo

-“Rumors, no se preocupe que uté sabe que yo resuelvo. Lo único que noto e’ que utedes son siete y veo sei’ passolas”

-“Vaya y búquese la’ mujere’ que eso se resuelve”, dice Geovanny

Alex “La Placa” era bien amigo nuestro, pero lo era más de Henry. Como él no tenía passola siempre andaba con Henry y por estar atrás le apodaban “La Placa”. Sometemos el caso a discusión y se resuelve que de todas maneras Alex se iría con nosotros.

Unos minutos más tarde se aparece Junior Fila con tres chicas en el primero de dos viajes. No hubo diálogo alguno. Simplemente una sonrisa diplomática matizada de una extraña actitud entre timidez y confianza. Al rato, retorna Fila con tres chicas más. Eso significaba que uno de nosotros se quedaría fuera del asunto.

Junior decide irse alegando que tiene otros planes no sin antes sentenciarles a las chicas que “éramos muchachos de su confianza” y que no había problemas. En los 80, ese tipo de salidas era bien objetivo: la muchacha elegí con quién era que deseaba salir y así evitar inconvenientes.

Confiado por ser el dueño de la Flush, hago una mirada insinuante y rápidamente se levanta una de las chicas y se monta conmigo invitando al resto bajo la frase “mujere’ decídanse que yo ya tengo el mio”. Se monta otra con Chichí y el resto al ver la acción decide emular el hecho.

Salimos rumbo a Altos de Chavón en un cuadro digno de una buena foto: Henry y Alex llevaban a una de las muchachas en el medio, al igual que Geovanny y Ronny. Dominguito optó por llevarse dos de ellas.

El trayecto tomaba poco más de 20 minutos y como sabíamos hacia dónde nos dirigíamos, el viaje se tornaba bastante ágil. Llegamos por fin al parqueo de Altos de Chavón dejamos las passolas y nos dirigimos a área de los escalones…

-“Guao eso por ahí si ta’ oscuro”, dice una de las chicas

-“No se preocupen que Rumors conoce bien todo eto por aqui”, dice Chichí
-“Gracias querido amigo. Usted también conoce con detalles este lugar je,je,je,je”

-“Bueno yo no tengo problemas ya que tengo dos helmosas chicas que me acompañan”, dice Dominguito

-“Bueno vamo’ a bajá y se decide allá abajo”

Nos vamos los acompañados en pareja adelante y el resto nos sigue. Ronny había mostrado una cara de preocupación desde que estábamos en el parque y mientras íbamos bajando, se me acerca y me dice susurrando al oído:

-“Oye Malco hay que tené cuidao’ allá abajo dicen que sale un bacá”

-“Ronny no te preocupes eso son cuento de camino como decía mi abuelo”

La travesía hacia abajo constaba de 300 escalones y cada unos cincuenta o sesenta, había un descanso en forma circular en donde la gente se sentaba. A medida que seguíamos cada quien tomaba su lugar. Lo espectacular del caso es que en esos tiempos no se hacía nada que no fuera besitos y pura sobadera!.

En un momento determinado, Chichí llama en la oscuridad al grupo y sentencia que tenemos que bajar hasta el último escalón ya que la intención original, era baja los trescientos escalones. Cada quien desde su lugar, decide seguir la propuesta y bajamos todos hasta el final.

Lo que había después del último escalón era un terreno accidentado aderezado entre árboles, plantas, rocas y lodo medio seco. A unos escasos ocho o diez metros al frente, estaba el río que daba nombre al lugar y al otro lado del río, se percibía borrosamente una maltrecha casita de madera.

Nadie hablaba nada y sólo se escuchaba el murmullo de la brisa que sutilmente acariciaba las hojas de los árboles y en ocasiones movía las ramas más débiles. De repente, se oye el berreo en eco de una vaca y Ronny vocifera:

-“
¡Señore’ corran! ¡E’ un vacá!”

Se armó un juidero cuesta arriba entre gritos de las mujeres y nerviosas risas de nosotros. Ronny, que era una persona alta, robusta y con ciertas libras, se le dificultaba el ascenso y en una falseó un escalón y se cayó de frente. Inexorablemente dos o tres de las mujeres (y algunos de nosotros) le pasamos por encima o lo pisamos.

Al llegar a la cima sudados en extremo, nos tomamos un buen rato para respirar hondo e intentar burlarnos del espectacular escape. Una de las muchachas mostraba un tono facial bien pálido y se notaba que estaba más preocupada que asustada por lo que la abordo:

-“Oye ya no te preocupes. Ya pasó todo”

-“Si, si, eta bien, pero yo no vuelvo ma’ nunca a ete lugal…”

-“…pero no me digas que por el cancito del vacá jejeje 
¡eso es una chercha!”

-“
¡Si anjá, el vacá en sí e’ Dominguito, el amigo tuyo!”

Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: "Los 300 Escalones”. © 2010-2013 Marcos Sánchez. Derechos reservados.

viernes, 7 de junio de 2013

"El Maestro de Ceremonias"

Para 1996 gozaba de una atención pública bien amplia gracias a la oportunidad que me habían brindado simultáneamente en radio, TV local y una colaboración que me había facilitado mi gran amigo Florentino Durán siendo parte del periódico Listín Diario.

Aunque me había mercadeado como comentarista de cine y farándula internacional, en algún momento la gente que se identificaba con uno requería nuestros servicios de voz comercial y hacer las veces de maestro de ceremonia.

Sólo grababa mi voz en off encima de las imágenes que presentaba y los dotes de la maestría de ceremonia los tenía a diario por tratar con personas impartiendo clases de Inglés. Estaba claro que no vacilaría si alguien me llamaba para esos fines.

Vía un reportaje publicado en el previamente periódico en la ahora extinta sección El Este, un compañero de estudios de inglés que vivía en Hato Mayor, leyó una reseña sobre la ascendente carrera del actor Will Smith destacando al final, el estreno en el país de su película “Enemigo Público” del director Tony Scott.

Estaba fascinado por el reportaje y como era fanático de Will Smith, quería saber cuándo llegaba el film a La Romana para verla en mi ciudad natal ya que en su pueblo no habían salas de cine. Sus planes incluían una singular solicitud…

-“¡Marcos!, ¿cómo estas amigo querido?”

-“¡Bien luis!, ¡que grata sorpresa!. ¡Cuéntamelo todo!”

-“Viendo aquí que mi amigo ahora es crítico de cine y famoso jajaja”

-“ ¿Famoso? Ja,ja,ja famoso es Michael Jackson que le llegaron a reconocer en una ocasión por encima de Juan Pablo II. Háblame de esta llamada. ¿Estas aquí en La Romana?”

-“No, no. Sólo te llamaba para felicitarte por tu reportaje en el periódico, preguntarte algunos temas de las clases del sábado, saber cuándo van a dar la película y solicitarte una cosa muy importante a nivel familiar”

-“¡Olvídate de todo lo otro y dime qué te pasa Luis!”

-“Tranquilo, no es nada grave. Mira mi hermana cumple quince años y quiero que seas su maestro de ceremonia. Ella no cree que somos amigos de verdad cuando le dije que la persona del periódico era mi compañero de clases en la Capital”

-“¡Ja,ja,ja, claro! Que acepto Luis. Eres una buena persona y aunque no conozco a tu hermana, por ti lo que sea mi hermano. Sólo te voy a pedir…”

-“¡Ni lo digas amigo!. Sólo dime cuánto nos vas a cobrar porque trabajo es trabajo compadre!”

-“Je,je,je,je ah pero el hombre está entregao’. Luis, cálmate. Lo único que quería decirte es que por favor no me trates como si fuera una súper estrella, porque estoy lejos de eso. Trátame como Marcos, tu amigo y compañero de clases”

-“Es que no te lo digo para subirte los humos. Me agrada que te esté yendo bien y que aún seas mi amigo. El viejo mío es quien correrá por los gastos. Cuánto es el asunto?”

-“Olvídate de pago Luis. Cúbreme nada más lo del transporte de ida y vuelta”

-“¡¿Eso nada más?!. Pues resuelto el problema. El cumpleaños es el Domingo. Si quieres cuando vengamos de la Capital, seguimos para Hato Mayor”

-“Es que…”

-“Es que nada. Te quedas con nosotros el Sábado y así no tienes que dar dos viajes”

Se resuelve la situación y para no ir a Santo Domingo cargado, envié el traje a parte. Nos fuimos normal a tomar clases y al finalizar las mismas, nos fuimos en una guagua hasta San Pedro de Macorís y de allí, a Hato Mayor del Rey.

Cuando llegamos a su casa, entre su familia y allegados, había un contingente de personas que emulaban una frenética rueda de prensa ante una figura a gran escala. Hubo que saludar hasta el perro de la casa, abrazar gente ‘a lo político’ y perpetuar una sonrisa millonaria.

La familia de Luis preparó un sancocho minado de carnes, fui presentando ante la quinceañera y entre saludos y sonrisas, nos sentamos a compartir y responder todo tipo de preguntas relacionadas con el mundo de la radio, la TV y mis funciones en el periódico. Bebimos hasta bien entrada la madrugada.

Al día siguiente, lo que dominaba el ambiente era el clásico corredero de personas buscando cosas pendientes, gente haciendo turno para bañarse, llamadas telefónicas solicitando la temprana entrega del bizcocho, entregas de trajes, en fin un verdadero pandemonio.

Cuando salí del baño, me encontré con una deslumbrante noticia…

-“Buena, ¿usted es la tía de Luis, cierto?”

-“Si mi hijo. ¡Qué elegante se ve usted!”

-“Muchas gracias. Discúlpeme, pero ¿dónde está Luis que hace rato no lo veo?”

-“Ellos se fueron todos para el centro donde celebrarán el cumpleaños. Luis me dijo que le diera esta nota”

-“Gracias”. Leo la misma que rezaba “Arranca para el centro en mi motor”. Me miro trajeado y miro irónicamente la destartalada motocicleta de mi amigo. Mi fugaz reflexión se llenó de más asombro cuando noto que la tía de mi amigo me vociferaba “Caigano’ atrá” encima de un motoconcho.

Cuando llegué al centro, todo el mundo se encontraba sentado. Había una mezcla de féminas y masculinos en edades similares a la quinceañera y otros, más adultos. No pude divisar visualmente a Luis ni a su tía y la única persona de pie era yo. Instalados todos en sus respectivos lugares, se levanta una elegante señora y señalándome jocosamente se dirige a los presentes:

-“¡Recibamos con un gran aplauso a nuestro festejado quien con gran orgullo ha dado muestras de ser un verdadero paradigma motorizado!”

Al subir saludé a todos los presentes y éstos rieron con más ganas aún cuando al leer un enorme letrero me di cuenta que había llegado a la fiesta equivocada. Cuando la familia de Luis logró encontrarme, a éste por poco lo internan de un ataque de risas.

Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: “El Maestro de Ceremonias”. © 2010 -2013 Marcos Sánchez. Derechos reservados.