viernes, 11 de enero de 2013

"Baño de Pueblo"

Desde tiempos remotos se ha venido debatiendo la inexplicable lucha por la abolición de las clases sociales.

Se ha fantaseado con tornar las mismas en igualdad absoluta, algo que parece una auténtica utopía.

Por desgracia, el concepto se interpreta como una subliminal aspiración a una sociedad comunista.

El derecho a ser educado debe asistirle a todo ser en este malogrado y a su vez, espectacular azul globo terráqueo.

La educación es la única forma de avanzar en cualquier sociedad porque de ella dependerá la conformación de consciencia ciudadana en todo tipo de órdenes.

Pero hasta ahí todo suena llamativo, mas ver ese sueño cristalizado es irónicamente no importante para un grupúsculo.

Aceptando que es una realidad las ampliamente marcadas diferencias en nuestras sociedades, no nos queda otra opción que llenarnos de valor y pedirle cada día a Dios que nos llene de cantidades desmesuradas de paciencia combinadas con altas sobredosis de prudencia para sobrellevar a los tarzanes y chitas que habitan desafiantes la incombustible jungla de concreto.

Más para mal que para bien, el dinero se ha constituido en el máximo responsable de provocar diferencias entre relaciones interpersonales que van desde lo laboral hasta lo personal, sin dejar de paso lo valores agregados del aspecto sentimental, profesional y amistad. Con la plata en mano cualquiera se mueve, habla, o actúa.

Lo interesante de esta situación es que el fin que se persigue es dramáticamente simple: la gente necesita que le reconozcan. Así como se lee.

Nadie quiere levantarse y pasar desapercibido sin que le hagan algún tipo de halago. Son 24 horas muy largas de todo un día para que la agradable o patética vida de un individuo se vaya y jamás vuelva sin un espaldarazo.

Ya en las calles, todos somos actores dispuestos a interpretar la mejor de nuestra actuación con el fin de recibir esa necesitada muestra de afecto. Lamentablemente, ser persistente deja buenos frutos, pero cuando se trata de darse el clásico ‘baño de pueblo’, hay que pedirle desde el cielo una ayudita extra a Job…

-“Dime ¿por fin ya te decidiste? ¿Vas a bajar a las bases y te mezclaras con los súbditos jejeje?”

-“Créeme que aún no logro entender por qué te comportas de esa forma”

-“¡Hermano!, ¡es que la vaina esa así! Por más que se quiera maquillar somos una sociedad de extremos. O uté tiene o no tiene jejejeje”

-“Pero celebras eso como una victoria. ¿No crees que se puede lograr un cambio?”

-“Ay Marquitos, sin que te ofendas pana, pero tú has visto demasiadas películas men. Esto no lo arregla ni el médico chino”

-“Jejeje tenía tiempo sin oir esa frase… el médico chino ...¡ofrézcome!. ¡Pero bueno! ¿Para dónde es que quieres que te acompañe?”

-“¡Jajaja bien por ti! Mira es un suburbio encendío, pero habrán pilas de chamaquitas y nadie sabe depué jejeje”

-“Te ha servido poco asistir a la universidad con estas frases callejeras jejeje”

-“¡Papá! ¡Allá e’ que tú oye vaina y aprende!”

-“Bueno ya que mencionaste suburbio encendío es imperativo precisar dónde estaremos ubicados y a qué hora saldríamos de allí. No olvides que ando en dos ruedas”

-“No hay problemas. Te dije lo del suburbio para ver tu reacción, pero una gran parte de esa gente son panas míos y además ven tu programa jejeje”

-“Ojalá que no tenga que dar una charla de cine en un compartir”

-“¡Pero ahí e’ que uté se la robaría mi hermano!”

-“Lo menos que quisiera es hablar de trabajo fuera del trabajo, créeme”

Resolvemos llegar al lugar que efectivamente se encontraba bien retirado del casco urbano y me sentía como turista debido a la no frecuencia en esa área de la ciudad.

Cuando usted no es de un sitio se nota de una vez en el habla, la forma de vestir y obviamente su transporte. En ese orden, había serias confusiones porque el aspecto estaba claro que era foráneo. No obstante, contrastaba con la llegada en dos ruedas…

-“¡Mi helmano! ¡Uté e’ un hombre de palabra compadre! ¡Dijo que venía y así fue!”, saluda a mi amigo quien interpreté era el anfitrión. En un abrir y cerrar de ojos se dirige efusivamente a mi:

-“¡Caballero! ¡No se asuté y siéntase como en su casa que yo soy quien controla to’ lo’ bloque de poraquí!”

-“Gracias. Muchas gracias”, respondí sintiéndome con una carga menos arriba

Pasan unas tres horas y mis oídos forzosamente se estaban adecuando al insistente dembow combinado con un auténtico espectáculo visual de féminas dando movimientos de caderas frenéticamente.

¡Eso sí!, ¡debo confesar que había comida para una semana!. De repente se pone de pie el anfitrión y exclama:

-“¡Señore’! ¡señore’! ¡atención!.. Queremo’ dale la gracia al pana invitado que compaltió con nosotro’ sin aceite y demotró que el tipo e’ puro”

Una ovación se apoderó del lugar y en contraste con la misma advierte:

-“Pa’ lo que viven pal pueblo, como el invitado de película, la lú ta’ a punto de ilse y no’ e’ bueno ta’ poraquí sin lú. Una palte si quiere se va ahora y la otra eperal un poquito ma’ talde y yo lo llevo”

-“Bueno, Marquitos vamos a aprovechar e irnos ahora”

-“Totalmente de acuerdo contigo. Vamos a despedirnos formalmente y dar las gracias”

-“Mire, ecúseme..”, se me acerca una jovencita

-“Saludos”

-“¿En qué uté anda montao’?”

-“En una passola, pero ando con un amigo”

-“¡¿En una passola?! ¡Ay Dio mío!, yo pensé que uté andaba en un carro”

-“Lamentablemente…”

-“Pero na’, cabemo’ lo tre’ jejeje”

-“Mira, discúlpame, pero no acostumbro a subir tres personas en ese aparato. Si no es ofensa, te podría pagar por un motoconcho”

-“¡¿Motoconcho?! ¡¿Y e’ fácil?! ¡Poraquí rifan a una!”

Llegamos a un acuerdo de que mi amigo bajara en motoconcho, mientras yo llevaba la joven hasta una parada de bus urbano.

La prisa de la muchacha obedecía a que andaba con la ropa prestada de una amiga y ésta última la presionaba porque tenía que salir.

Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: "Baño de Pueblo". © 2011-2013 Marcos Sánchez. Todos los derechos reservados.

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