Siempre he dicho que lo más difícil es y será tratar con personas. Estoy convencido que nadie es igual por aquello que "cada cabeza es un mundo", peor me resisto de plano aceptar que es un hecho irrefutable y ya. Pienso que debemos ser más conscientes y menos materialistas.
Aspirar a ser entes multiplicadores en nuestro entorno. Usar las herramientas que podamos para intentar mejorar las cosas dando nuestro valioso granito de arena...
Fui incitado en calidad de Intéprete a un acto social hace unos días. Los invitados eran extranjeros y habían determinado celebrar la especial ocasión aprovechando su estadía en el país. La persona que me recomendó conocía de nuestra habilidad en el idioma inglés y nos puso en contacto con el responsable del acto.
Una llamada telefónica certifica el acuerdo y un encuentro previo ultima los detalles de nuestras funciones, transporte y forma de pago.
Una vez en la actividad, el tiempo hizo gala una vez más de su principal característica: ser implacable. En un abrir y cerrar de ojos, transcurrió el lapso cronometrado para le ejecución del evento y todo terminó tal como se planificó.
De regreso a casa, me detuve en un sitio a comprar algo de cenar. Había mucha comida en ese lugar, pero nada que me agradara y opté por no solicitar algo. Para quienes laboran hotelería saben al dedillo el destino final de lo que se prepara y no se come.
Por fin llego a un sitio para pedir algo rápido. Una hamburguesa en este caso. Esperé mi turno porque esperaban unas 3 ó 4 personas antes de mi orden. Sentado y mirando alrededor, se me acerca un muchachito de aspecto desaliñado y me dice que le de algo de comer que no había cenado en 3 días.
Ante mi asombro y duda a la vez, le pregunté la razón y confesó que lo que conseguía era para alternarlo entre su hermanito y él.
Un nudo en mi garganta se apoderó de mi al escuchar con voz firme las palabras de ese niño. Se trataba de algo sumamente desgarrador y sin pensarlo dos veces, le di mi hamburguesa. Noto que rápidamente la partió en dos pedazos, da las gracias y se retira corriendo hacia la acera del frente a darle la mitad a su hermanito. Mirando la acción, supe que era realmente para compartirla.
En eso, le digo al dependiente que me prepare otra hamburguesa esta vez para llevar y dos jugos. Le hago señas al infante con uno de los jugos en manos y se acerca solícito. Da nuevamente las gracias, cruza y veo que se van caminando contentos.
Ya lista mi orden, me dispongo a pagar y el dependiente me dice:
-"Déjelo así amigo"
-"Pero, ¿por qué si no le estoy pagando el segundo pedido?"
-"Usted pagó hace rato ayudando a ese pobre infeliz"
Agradecí el gesto porque si miramos desde una perspectiva amplia, en la vida a veces tenemos ciertas cosas y hay gente que no posee nada y nunca valoramos lo poco o mucho que nos toca. Encendí mi motocicleta y en el trayecto me encontré con los niños rumbo a un destino desconocido.
Llamé al mayor resolviendo darle también la otra orden. Ante mi asombro y de forma dudosa me pregunta:
-"Pero ¿y usted no va a cenar hoy entonces?"
-"No te preocupes. Yo ya cené. Espero te caiga bien"
Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: "Agradecido". © 2014 Marcos Sánchez. Todos los derechos reservados
No hay comentarios:
Publicar un comentario