viernes, 24 de mayo de 2013

"Hora Dominicana"

De tantas cosas que suelen identificar a un dominicano, hay una en particular que por más que se ha luchado en ese sentido, los resultados han sido prácticamente nulos y muchas veces aún conscientes del problema, optamos por hacernos los locos con respecto a la impuntualidad.

En 1995, un amigo me invitó a una gira para el Pico Duarte. La excitación era incontrolable ya que para ambos era nuestra primera visita en el famoso sitio y con todos los requisitos exigidos, la cosa se ponía más que interesante.

La travesía hacia el Pico Duarte es una de las más espectaculares del área del Caribe ya que no se trata de un paseo planeado de un día para otro. Dada la precipitación que se registra en cierta época del año, se hace imperativo escalar el pico tomando siempre en cuenta el comportamiento climático.

En ese orden y aparte de estar bien saludable, es imperativo llevar ropa adecuada para bajas temperaturas, bolsas o colchas para dormir, botas, traje de baño, gorros de algodón para la cabeza, protector solar, repelente de insectos, linterna y un pequeño botiquín. Los que no quieran hacer el viaje a pie, pueden alquilar un burro.

Tomando todo en consideración se acordamos vía telefónica el día, fecha y lugar de partida:

-“¡Bueno mi hermano querido, usted que tiene complejo de Indiana Jones, prepárese para la aventura de su vida!”

-“Definitivamente. Supongo tienes todas las cosas que hay que saber”

-“¡Claro compadre, aquí tengo un brochure que detalla la travesía!”

-“¿Y qué distancia es el asunto?”

-“Mira aquí dice que son 22 Kms. En total partiendo desde Manabao hasta llegar a la cima”

-“Manabao debe ser alguna comarca, supongo”

-“Es un pueblito y es popular porque se utiliza mucho como punto de partida hacia el pico. Mira todo esto es lo que veremos”

-“¡Ofrézcome!, son varias cosas. ¡Aquí dice que por Mata Grande se llega en 3 días!. No gracias jejeje. OK, ahí una parada con un balneario llamada Los Tablones y otra jocosamente llamada Agüita Fría”

-“Esa parada queda después de El Cruce”

-“Ah, pero tu ya eres un experto en asuntos del Pico Duarte jejeje”

-“No, lo que pasa es que unos panas ya han ido varias veces y son tantos lo cuentos que han hecho, que memoricé la ruta”

-“Bueno el Valle del Tetero, Compartición, ¡ay mi madre! Oye eta vaina: ¡El Vallecito de Lilís!”

-“Sí, hay existe un albergue para 300 personas. ¡De ahí pa’rriba to’ el que quiera llegá a la cima, e’ a pie mi helmano!”

-“Ya veo. ¡Oye no sabía que el pico tenía una melliza!”

-“Si, le llaman La Pelona. Bueno, ya hablaremos con suficiente tiempo sobre el viaje. Los otros panas míos nos educarán en ese aspecto”

-“¡Mortal compadre!”

-“Bueno, ya tu sabes. Mañana tienes que estar a las 6:00 PM rayando en el parqueo de Unicentro Plaza”

-“Jejeje hora dominicana, me imagino”

-“¡No, no, no relajes con eso!. Esa gente del tour son puntualísimos”

-“Si, claro. Dominicanasos al fin. Nos vemos mañana”

Al día siguiente, me preparé con todo lo requerido y obviando la sentencia de mi amigo, tomo un expreso de La Romana a Santo Domingo a las 5:00 PM convencido de lo impuntual es el dominicano.

Llegué a las 6:30 PM al lugar acordado y no vi movimiento de gente por ningún sitio. Extrañado, me dirijo a uno de los guardias de seguridad de la plaza y le abordo:

-“Buenas tardes guachi”

-“Buena joven”

-“Guachi, ¿uté por casualidad no ha visto un grupo de personas que iban en una gira para el Pico Duarte?”

El seguridad mira fijamente su reloj y me responde:

-“Esa gente se fueron a la sei’ en punto”

Me perdí del viaje y no hubo forma de contactar a mi amigo por celular, ya que para esa época, el uso de los mismos estaba reservado para un grupo elitista. Desde entonces jamás he llegado tarde a ningún lado.

P
or: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: "Hora Dominicana”. © 2010-2013 Marcos Sánchez. Derechos reservados.

viernes, 17 de mayo de 2013

"El Astronauta"

En nuestra singular cultura todos los días nos encontramos con situaciones realmente alarmantes en la mayoría de los casos.

Un tema recurrente es el del eterno afán de la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET) en convencer a los ciudadanos motorizados en utilizar el casco protector.

Se ha dicho de todo: desde el hecho en sí que los cascos son propiedad de un influyente militar y utiliza la acción “terrorista” de presionar con multas en detrimento de los motociclistas, hasta la afirmación de que se trata de un negocio selectivo en días específicos para colectar fondos al fisco.

Lo cierto es que si el motociclista pensara un solo momento, se percatara que sin protección alrededor de su cabeza, las posibilidades de sufrir daños irreparables son altas y en muchos casos, la fatídica realidad de perder la vida está en juego. Se trata de un asunto cultural en que a todos nos gustan los mangos bajitos. A todos los niveles sin excepción.

Basado en el tema de los cascos protectores me encontraba en una cafetería cercana a mi casa propiedad de alguien a quien conozco hace mucho tiempo. La idea era sencilla: apoyar su negocio y de paso, constatar la calidad y variedad de los productos que allí ofertan al público.

Dentro del concurrido lugar, llega exhausto y con cara de tragedia un motoconchista, quien optó por devolverse rápidamente y encima de eso -en una vía- para evitar a los agentes del tránsito y al ver la oportunidad en la cafetería, decidió entrar a la misma:

-“
¡Oyeme pero eto bendito’ Amé no dejan a uno bucalse la vida!”, expresa en tono alto

-“
¿Otra vez el asunto del casco amigo?”, le pregunto en tono ingenuo

-“Esa mima vaina. Tienen una presión del diablo con esa jodienda y lo’ de’llo e’ ganase to’ eso cualto. Una mafia e’ que tienen esa jodía gente”

-“Bueno amigo si uté se pone a analizá, a utede lo’ motoconcho le conviene usá su caco protetol. Lo que pasa e’ que en ete paí nadie quiere repetá”, sale en defensa un señor en edad dilatada.

-“Usted tiene toda la razón señor”, añado

-“Mira mijo.
¿Qué edad tu tiene?”, le pregunta el señor al equivocado motociclista

-“
¿Yo? Yo tengo 41 año’ y to’ lo que he hecho en mi vida e’ trabajá caballero”

-“Pué aproveche que todavía tiene fuelza pa’ podé tabajá y hacel la’ cosa por la regla. Yo te doblo la edad y mi consejo e’ que compre su caco pa evitalse el problema del amigo y la amiga”

-“
¿Del amigo y la amiga? ¿Cómo así?”, pregunta el motoconcho.

-“Había una mujel que deseaba ta’ en la intimidá con un hombre que ya ‘taba en susúltima’. Cuando ella se le insinuó, él le dijo ‘yo quiero, tú quiere, pero él no puede’ haciéndole entendé que ya había peldido su vigorosidá. Haga un elfuelzo y cómprese ese caco y evítese un problema amigo mío”

El motoconcho se quedó pensativo y antes de retirarse le prometió al señor que se llevaría de su consejo. Salí de la cafetería satisfecho de haber aprendido algo nuevo.

Unos días después, coincido con un amigo homólogo en la comunicación quien se mofaba de mí por el tamaño del objeto que llevaba en mi cabeza:

-“Oye Malco no e’ pol ná, pero tú parece un atronauta con esa vaina pueta jajaja”

-“Se nota que fuiste un pésimo estudiante en Matemáticas en tus días de escuela.
¿No te has fijado que las dimensiones de este casco se ajustan a la perfección al tamaño de mi cabeza?”

-“
¿O sea que te lo vendieron hecho pa’ ti jajaja?”

-“Sigo sin entender el por qué de tu burla. Toda cosa llevada consigo en el cuerpo tiene una medida a los fines de quedarle a uno, pero no hay forma de hacerte entender”

-“Mire compadre jajaja diga lo que uté quiera jajaja uté parece un atronauta con ese caco tipo Power Ranger jajaja”

En eso, salimos del lugar donde habíamos coincidido y cada quien en sus respectivas motonetas subíamos por la parte céntrica de la ciudad y al parecer los agentes de la AMET se encontraban apostados cerca del área del mercado municipal. Mi “amigo” andaba sin casco y en un abrir y cerrar de ojos, lo invitan a detenerse.

Como iba un poco más delante de él, no me percaté de su abrupta desaparición y al mirar atrás miré que le tenían retenida su passola. Hago un giro en la cuadra opuesta y al llegar al lugar ya se habían llevado el vehículo de dos ruedas de mi “amigo” quien incómodo me aborda:

-“
¡¿Tú sabe’ lo que e’ esa vaina?! ¡Se llevaron mi passola! ¡Ahora voy a tené que pagá una multa de 1,200 tululús!”

Levanto el plástico protector de mi casco con la intención que pueda escucharme y solícitamente le digo:

-“Después de todo, no está nada mal ser Astronauta”

Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: "El Astronauta". © 2010-2013 Marcos Sánchez. Derechos reservados.

viernes, 10 de mayo de 2013

"La Arepa de Doña Santa"

Como es sabido de todo buen dominicano, en nuestra cultura, el doble sentido está vigente desde siempre y en las conversaciones cotidianas, no es la excepción.

Hace un par de años andaba con un amigo de infancia de nombre Frank Cabral Picel, quien coordinó conmigo un encuentro tras negociaciones que habíamos hecho con la venta de un iPhone chino con tecnología de última generación.

Frank optó por ir a aquel famoso colmado ubicado ‘frente al Papagayo’, y allí compartiríamos un par de cervezas. Al llegar al lugar, notamos que no había mucha gente, pero los que allí se encontraban, hablaban de la fuerte ola de calor que nos invadía y el problema de restringir a los dominicanos bañarse en playas costeras cercanas a complejos hoteleros.

Como la idea era pasarla bien, con temperaturas tan sofocantes, no era aconsejable entrar en discusión en temas que calentaran aún más nuestros ánimos y decidimos hablar de otras cosas en eso llega una señora y dice:

-“¡Buenos días, buenos días a todos! ”

Nosotros devolvemos el saludo y seguimos charlando.

-“Dame media libra de pollo, un jarrito de aceite, una cuarta de salsa y un aguacate”, solicita la señora al dependiente del colmado.

Ya atendida, la señora procede a retirarse del lugar y al verme me dice en tono alegre:

-“¡Ah!, pero yo no sabía que usted era un hombre de la televisión! ¡Lo ví anoche todo uté en su cuetión! ”

-“Muchas gracias señora” 


Aprovecho rádipamente y le pregunto su nombre bajo la promesa de que en el próximo programa le saludaría y todavía más contenta me dice:

-“¡Ay sí!, me encantaría! Mi nombre es Santa, la de la arepa grande!”

Frank me mira levantando lo más alto que le daba el ceño y jocosamente nos reímos y antes de emitir cualquier juicio, la señora añade:

-“¡Pues dígalo así mismo cuando usted me mande el saludo! Mire por aquí todo el mundo ha probado mi arepa y pregúntele a quien usted quiera, ¡que la vuelven a pedir!”

-“Imagino que con tanta seguridad debe ser bien buena su arepa doña Santa”, le digo entre risas.

-“¡Claro que si! ¡Es más! ¡Espéreme ahí que le voy a traer una inmediatamente”, dice la muy animada señora.

Frank y yo coincidimos en lo jocoso del momento y seguimos de risas. En un santiamén llega la señora y con funda en mano y arepa dentro me dice:

“¡Mírela aquí! Grande, jugosa y apetitosa!”

Agradezco el gesto y le reitero la hora del programa para que esté pendiente de su saludo. En eso me dice Frank:

-“¡Bueno mi hermano Marcos, si usted se ajusta esa más las birras, se le va a poner el estómago como usted sabe!”

-“Je,je,je tranquilo amigo mío. Tengo conocimiento de eso”.

Nos paramos, pagamos y casi al salir, como de la nada se aparece una turba de estudiantes corriendo en ambas direcciones opuestas al colmado, vociferándose cosas entre sí y a carcajadas y justo en ese momento vuelve la señora y me dice entre los muchachitos:

-“Acuérdese de que tiene que comerme la arepa y no olvide que cuando la pruebe se le quedará el sabor y se recordará de mí”


Una parte de los estudiantes, que jamás entenderían el asunto, se quedaron mirándome quizás con un millón de preguntas en la cabeza. Bajo la acera y le digo a un sonriente Frank:

-“¡Oh Señor!, Santa Arepa que ha dado carpeta ésta!”.

Frank me deja en mi casa y al rato me llama al celular y me dice:

-"Bueno Marcos yo no sé, pero se te quedó en el vehículo y tuve que comerme la arepa de Doña Santa”




Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: "La Arepa de Doña Santa". © 2009-2011-2013 Marcos Sánchez. Todos los derechos reservados.

viernes, 3 de mayo de 2013

"Srta. Verborrea"

En 2006 asistí a una gala en la Sala Ravelo del Teatro Nacional en Santo Domingo con motivo del ‘Día del Locutor’.

La comitiva de La Romana llenó de Locutores un bus de 36 pasajeros de diversos medios radiales y televisivos.

El asunto era un hecho sin precedentes ya que esa sala estaba reservada para actos de cierto nivel, mas nunca se la habían cedido al Círculo Dominicano de Locutores por razones que desconozco.

Como ustedes sabrán, a los Locutores se les paga por hablar y en ese bus fue un solo conversatorio la hora y treinta minutos desde la salida hasta la llegada.

Una vez en el previamente citado lugar, comenzamos a mezclarnos con algunos colegas de la Capital que conocíamos por razones de intercambio laboral y éstos a su vez nos introdujeron con otros homólogos de Santiago, La Vega y Puerto Plata.

El lobby era una versión extendida de la experiencia conversacional vivida en el bus y ya usted se puede imaginar.

Entre tragos, camaraderías, saludos por defecto (y otros de cortesía) y miradas insinuantes a las comunicadoras, fuimos presentados ante compañeros del micrófono de la región Este, específicamente de El Seibo, San Pedro de Macorís, Higüey y Hato Mayor.

Una voz anuncia la entrada a la prestigiosa sala, inicia el evento, se entregan los reconocimientos, discursos escuetos (otros no tanto y otros casi nulos) y finalmente, llega la conclusión de la jornada.

Entre tragos nueva vez se desarrolla la siguiente conversación:

-“¡Vaya! me siento muy bien con esta versión de los premios”, me dice un colega de una provincia del Este.

-“Sí, gracias a Dios todo se dio dentro de lo estipulado y no hubo exageraciones”, respondo.

-“Colega, discúlpeme, ¿cómo es que a Usted le llaman?”, me pregunta.

-“Marcos Sánchez”, le digo.

-“OK. Dispénseme es que como Usted sabrá, es importante llamar a las personas por su nombre”. En eso me da la mano y añade: “Mi nombre es Rafelo Jiménez, pero me conocen como ‘El Romántico’. ¿Usted tiene algún apodo?”.

-“Simplemente mi nombre de pila”, le digo.

Llega una bella morenita de otra provincia similar y saluda eufóricamente al ‘Romántico’, se autopresenta (con un ánimo mayor que la madre del positivismo) diciendo:

-“¡Buenas noches! ¡Mi nombre es Glenys del Rosario para servirle!”.

Me presentan haciendo un punto y aparte con el apodo de mi ciudad y la joven cambia radicalmente su postura:

-“¡Ah! ¡De la Flor del Este! Tierra de caña, zonas francas, hoteles playeros, enorme costa, pujante economía y sin que se me ofenda colega, ¡de gente muy arrogante!”.

-“Gracias por la acertada descripción Srta. Del Rosario. Debo precisarle que sólo el último dato es erróneo. El romanense auténtico es una persona determinante, no arrogante”, le digo para pasar la página. No obstante, insiste:

-“Lo que pasa es que ustedes se crecen con su ingenio y el hotel de éste”.

-“Nadie planificó la instalación del mismo con antelación. Simplemente fue un asunto de circunstancia”, sigo en mi afán de dejar las cosas ahí.

-“Bueno si Usted lo dice. Mi experiencia ha sido tal y como la he descrito. ¡Y no en una no! ¡En varias ocasiones!!. Los hombres de La Romana son muy altaneros y para hablarles hay que ser casi un intelectual”, arremete la dama.

-“Lamento esa desagradable experiencia, pero le prometo que conmigo será diferente”, expreso.

Se interrumpe el no planificado debate por una llamada a la dama y se retira a dialogar mientras el avergonzado comunicador decide interceder por ella y me dice:

-“Marcos, disculpa a Glenys por su actitud. Es que ella, aquí entre nos, se comporta así cuando alguien le llama la atención”.

-“¡Vaya forma de demostrarlo!”, digo en tono relajado.

Al terminar su llamada telefónica regresa Glenys y ‘El Romántico’ le pregunta si pasaba algo y dice ella:

-“No. Todo está bien. Era el hijo de la prima de un hermano de padre de una sobrina mía”.

-“Ooookayyyy”, dice El Romántico y anexa: “Si me excusan, voy a buscar otro trago”. Se retira abruptamente y Glenys me pregunta irónicamente:

-“¿Todo bien?” .

Como sabía por dónde venía el asunto le dije sin ensayos:

-“¡Mucho mejor, de lo excelente que me sentía, cuando estaba bien!”

Le pedí disculpas y me retiré.

Por: Marcos Sánchez. Cuentos Sociales: "Srta. Verborrea". © 2009-2011-2013 Marcos Sánchez. Todos los derechos reservados.